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sábado, 30 de julio de 2022

NO SE HAGA MI VOLUNTAD SINO LA TUYA (Lc 22,42)

 NO SE HAGA MI VOLUNTAD SINO LA TUYA (Lc 22,42)





Hoy me extenderé un poco más que en los dos escritos anteriores pero verán, eso espero, que no ha de ser innecesariamente sino porque lo amerita la reflexión. 


Quiero en esta ocasión hablar de las contrariedades, con cuánta facilidad se nos presentan y con qué desagrado las rechazamos prontamente, sin embargo considero que deberíamos preguntarnos: ¿Y si ahí estuviera manifestándose la Divina Voluntad? Lo he puesto como pregunta, pero es en realidad una pregunta retórica, pues no cabe ninguna duda de que la respuesta sea afirmativa. Ya que en esas contrariedades se presentan excelentes ocasiones para "negarse uno mismo, cargar la Cruz e ir detrás del Maestro" (cfr. Mt 16,24) y  hacer esto, negarse y cargar la Cruz es un requisito ineludible véase  Mt 10,38, el que esto no hace no es digno del Señor. 


Dejaré que hable San Juan de la Cruz y luego díganme si es verdad lo que digo o no:



«Versillos del Monte de Perfección»

Para venir a gustarlo todo,

no quieras tener gusto en nada.

Para venir a saberlo todo,

no quieras saber algo en nada.

Para venir a poseerlo todo,


no quieras poseer algo en nada.

Para venir a serlo todo,

no quieras ser algo en nada.

Para venir a lo que no gustas,

has de ir por donde no gustas.


Para venir a lo que no sabes,

has de ir por donde no sabes.

Para venir a poseer lo que no posees,

has de ir por donde no posees.

Para venir a lo que no eres,


has de ir por donde no eres.

Cuando reparas en algo

dejas de arrojarte al todo.

Para venir del todo al todo,

has de dejarte del todo en todo.


Y cuando lo vengas del todo a tener,

has de tenerlo sin nada querer.

Cuando ya no lo quería,

Téngolo todo sin querer.

Cuanto más tenerlo quise,


Con tanto menos me hallo.

Cuanto más buscarlo quise,

Con tanto menos me hallo.

Cuanto menos lo quería,

Téngolo todo sin querer.


Ya por aquí no hay camino,

Porque para el justo no hay ley;

Él para sí se es ley.

Juan de Yepes – San Juan de la Cruz



Es decir que, el camino para hacer la Divina Voluntad, no consiste en imaginar que Dios quiere que haga eso que «yo quiero» sólo porque a mí me gustaría hacerlo, por más que parezca un plan magnífico.


Ahora cederé la palabra al Cardenal Robert Sarah que nos alerta sobre cierto peligro que no podemos descuidar:



EL MISTERIO DE JUDAS


El misterio de Judas, el misterio de la traición, es un veneno sutil. El diablo intenta hacernos dudar de la Iglesia. Quiere que la veamos como una estructura humana en crisis. Pero la Iglesia es mucho más que eso: es la prolongación de Cristo. El diablo nos insta a la división y al cisma. Quiere hacernos creer que la Iglesia ha cometido traición. Pero la Iglesia no traiciona. ¡La Iglesia, llena de pecadores, está libre de pecado! Siempre habrá en ella luz suficiente para quienes buscan a Dios. No os dejéis tentar por el odio, por la división, por la manipulación. No se trata de tomar partido, de enfrentarnos los unos a los otros:

«Tanto nos previno el Maestro celeste esa cautela, que quiso asegurar a su pueblo frente al recelo por los malos conductores, no fuera que por ellos abandonasen la cátedra de la doctrina saludable [...]. No perezcamos en una mala disensión por causa de los malos», decía ya san Agustín (Carta 105).

La Iglesia sufre, ha sido deshonrada y sus enemigos están dentro de ella. No la abandonemos. Todos los pastores son hombres pecadores, pero son portadores del misterio de Cristo.

¿Qué hacer entonces? No se trata de organizarse y de aplicar estrategias. ¿Alguien cree que seremos capaces de mejorar las cosas nosotros solos? Eso sería como retomar la letal pretensión de Judas. (Card. Robert Sarah, "Se hace tarde y anochece")

Creer que mi plan es mucho mejor, que mi servicio en la iglesia no tiene competencia, que soy el único que hace las cosas bien, es un engaño, vana ilusión, una tentación terrible. Pero qué difícil será convencernos de esto que hasta aquí se ha dicho. Lo he sentido en mí mismo y lo he visto en tantos hermanos y no es fácil salir de este peligro, porque no es fácil convencer a nadie de estar viviendo en un engaño. 

Las contrariedades sacuden violentamente nuestro interior, la soberbia, el orgullo y hasta la vanidad sacan las garras y nos ponen a la defensiva. ¿Cómo se atreve, quien quiera que sea a contradecirnos o a oponerse a nuestros magníficos planes?

Soy plenamente consciente de que no es sencillo convencer a nadie de que este camino es el más seguro para llegar a donde queremos, es decir, yendo por donde no queremos, pero no olvidemos que Dios es Todopoderoso y si todos los caminos llevan a Roma ¿Por qué ir por donde no queremos no podría llevarnos más rápido a donde queremos?


Anteriormente señalé que Nuestro Señor ha dicho que si Él nos pidiera algo y nuestro director espiritual nos lo prohibiera o incluso nos ordenara lo contrario, nuestra obediencia al director le da la misma Gloria que si hubiéramos hecho lo que nos pidió. 


Como sé que no es fácil creer esto y tampoco lo es  hacer lo  correspondiente una vez que lo hemos creído, nuevamente dejaré que un santo nos hable. Esta vez les dejo un fragmento de San Alfonso Ma. de Logorio:


"Si un amo tuviera dos criados y uno de ellos trabajara sin descanso, pero siempre a su gusto y según su capri­cho, y el otro, aunque se afanara me­nos, se esforzase en hacerlo todo con­forme a la obediencia, seguramente el amo apreciaría más al segundo que al primero. Dios prefiere que se acate su voluntad a los sacrificios."

S. Alfonso Ma. de Ligorio - Conformidad con la Voluntad de Dios


Gracias a la Providencia, mientras reflexionaba estas cosas, me compartieron un texto de los grupos de Consagración del periodista católico Jaime Duarte en el que, hablando de la obediencia, presenta algunas ideas que refuerzan lo que hasta ahora he dicho, les comparto también algunos fragmentos:


Dice Jesús a la beata Conchita Cabrera de Armida:


“La obediencia tiene muchos grados, pero no existe verdadera obediencia sin la humildad”.

Pongamos un ejemplo: Digamos que Jesús en una revelación privada pide a un alma que practique el ayuno durante una semana completa; sin embargo, si el director espiritual de esta alma le dice que no le da permiso, entonces, ¿a quién debe obedecer esta alma? ¿A Jesús o al director espiritual?

¿A quién crees tú hermano guadalupano?

Debe obedecer al director espiritual hermano guadalupano, pues Jesús enseñó de una u otra forma a Santa Margarita María y a la beata Conchita Cabrera de Armida que Él respalda las decisiones de los directores o guías espirituales.

Cuando Jesús tiene algún designio muy importante para el beneficio de muchas almas, nuestro mismo Dios se abre las puertas a través de la aprobación de autoridades humanas, así que por eso no te preocupes.

Cuando el hijo de Dios es un alma desobediente, el maligno se aprovecha y comienza por ejemplo a susurrarle cosas tales como “Tu director espiritual no tiene buen juicio, no te comprende, lo que tú quieres hacer es muy bueno y es por la salvación de las almas, ¿acaso tu director espiritual no querrá que se salven almas?” etc etc. ¡muy delicado!


Pero si el alma es obediente, simplemente atenderá con humildad las indicaciones de sus superiores y, cuando el maligno se le acerque a tentarlo, ni siquiera le pondrá atención a sus astutos argumentos.

Cuando un alma está cargada de soberbia y amor propio, mete sus propios juicios, elige sus propios quereres y si sus superiores le contradicen, entonces surgen molestias, murmuración, desaliento y un montón de actitudes desordenadas que no tienen las almas humildes.

A Santa Margarita María de Alacoque, el Maestro le insistió de una y otra forma en que fuera obediente con su Superiora y sus guías. 


Refiriéndose a Jesús dice la Santa: 

“Aunque sus ojos puros y perspicaces descubren el más mínimo defecto de caridad y humildad [...] nada es, sin embargo, comparable ante ellos con la falta de obediencia, ya sea a los superiores, ya a las reglas: la menor réplica a los superiores con señales de repugnancia le es insoportable en un alma religiosa”.

A la menor réplica a los superiores con señales de repugnancia, se refiere Jesús, a esos actos de soberbia o amor propio en donde uno comienza a poner pretextos a las indicaciones del superior o a meter juicios, a hacer caras chuecas o a tomar papeles de sentirse uno el ofendido, el incomprendido, etc.

(Fin de la cita)


Dios puede, y ciertamente lo hace, hablarnos directamente, sin embargo, lo más frecuente y probable es que nos hable a través del director espiritual ( el arcaduz humano diría San Juan de la Cruz), escucharle y darle una mayor importancia y por lo tanto sujeción que a los sueños y revelaciones privadas, es un camino mucho más seguro de estar cumpliendo su Divina Voluntad, también soy consciente de que es al mismo tiempo el más difícil según sea nuestra falta de humildad. ¿Y si alguien no tiene director espiritual? Diría San Juan de la Cruz: "El que se tiene a sí mismo de director espiritual, tiene un tonto por discípulo". No necesito explicar el enorme peligro en que estas almas se encuentran. 

Pidamos con frecuencia al buen Dios, nos dé un Corazón semejante al suyo, junto con Gracia abundante para ser completamente dóciles en cada instante a su Divina Voluntad que nos permite de vez en cuando ser contrariados, con la convicción de que en su Voluntad hay Sabiduría y Amor incomparables. Pidamos también al Espíritu Santo sus luces para no engañar ni autoengañarnos y que podamos ser siempre honestos y sinceros con nuestros directores espirituales. 


"Pero Samuel dijo: ¿Acaso se complace Yahveh en los holocaustos y sacrificios como en la obediencia a la palabra de Yahveh? Mejor es obedecer que sacrificar, mejor la docilidad que la grasa de los carneros."

1 Samuel 15,22



"Como pecado de hechicería es la rebeldía, crimen de terafim la contumacia. Porque has rechazado la palabra de Yahveh, él te rechaza para que no seas rey."

1 Samuel 15,23


MEJÓRAM

23-30/ Julio/2022

viernes, 8 de julio de 2022

CONFORMIDAD CON LA VOLUNTAD DE DIOS

 CONFORMIDAD CON LA 

VOLUNTAD DE DIOS


Conformidad con la voluntad de Dios es el nombre de un precioso libro de San Alfonso María de Ligorio, del cual iré extrayendo algunas ideas para comentarlas no porque crea que puedo superar el trabajo del santo, sino únicamente para compartir con ustedes algunas reflexiones que me ha traído su lectura. 


Hablaré también (en esta ocasión y en bastantes de las siguientes entregas) sobre cosas que he aprendido gracias a las consultas que tantas personas me han hecho por la confianza inmerecida que me tienen. En aproximadamente veinte años muchas personas me han pedido consejos, no porque haya algo bueno en mí, sino porque Dios así lo ha permitido y de esta experiencia sacaré conclusiones relacionadas con el tema de la voluntad y la Voluntad. El motivo de ponerlo por escrito es mi deseo de compartir siempre con todos lo que el Señor me va enseñando a través de ustedes.

Empecemos citando un fragmento del libro:


"Toda nuestra perfección está cifrada en amar a nuestro amabilísimo Dios, según aquello de San Pablo: Tened caridad, que es vínculo de perfección (1). Pero toda la perfección del amor está fundada en conformar nuestra voluntad con la voluntad de Dios; porque este es el efecto principal del Amor, dice S. Dionisio Areopagita, unir la voluntad de los amantes de suerte que no tengan más que un solo querer y no querer. Por consiguiente, tanto más amará el alma a Dios cuanto más unida esté con su divina voluntad. Verdad, es que agradan al Señor las mortificaciones, las meditaciones, las comunicaciones, las obras de caridad que ejercitamos con el prójimo; pero solamente cuando están conformes con su voluntad santísima; de lo contrario, lejos de ser de su agrado, las detesta y las juzga dignas de castigo."

Hace algún tiempo escuché que una religiosa le dijo a una hermana que estaba discerniendo su vocación: "Dios quiere lo que tú quieras". Imagínense que Dios quiera lo que cada uno quiera, ¿querría también el robo, los secuestros, etcétera? Por supuesto que no. ¿Habrá acaso Dios renunciado a su propia Voluntad, a su misma esencia? ¿Está Dios sujeto a nuestros caprichos? Por supuesto que la respuesta a todas estas interrogantes es no. 

Dios nos dió el libre albedrío para que le amemos voluntariamente, o bien, para elegir el camino opuesto. 

En lo sucesivo y de manera gradual trataré con ayuda de nuestra Madre santísima y mi ángel custodio, de profundizar cada vez más acerca de qué significa entonces hacer, amar, desear la voluntad del Padre mientras que en el presente escrito me contentaré con decir que Dios no está sujeto a nuestros caprichos, que es cierto que muchas veces nos concede lo que pedimos si es conforme a su Voluntad y muchas, al contrario, sucede que no se nos concede cuando lo que pedimos no es bueno para nosotros y por lo tanto no es conforme a su Voluntad. 

Hasta aquí es probable que queden más preguntas que respuestas: ¿Estoy seguro de saber lo que Dios quiere? o ¿Estoy seguro de que no lo sé? ¿Mis planes, por grandes e importantes que me parezcan, son su Voluntad? ¿Puedo enseñar algo a Dios? ¿Estoy dispuesto a renunciar a todos mis planes, proyectos,  a mis dones y carismas, a mis "méritos" si es que acaso tengo alguno, si Dios así me lo pidiera? ¿Me pediría Dios algo así? ¿Cómo sabría si Él quisiera semejante desprendimiento? ¿Es mi plan mejor que el suyo?

No hablaré por hablar, si se me concede hablar de esto, lo haré como es costumbre, apoyado en la razón, en la Sagrada Escritura y en la vida de quienes se nos han adelantado en esta tarea tan preciosa, los santos. 

Ruego a Dios, si es su Voluntad que continúen leyendo y que logremos antes de ser llamados a su presencia, amar y desear siempre, en cada instante y hasta en los más pequeños detalles su Divina Voluntad. 

MEJÓRAM

Predicador Católico

26/Jun/2022


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