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lunes, 31 de julio de 2017

¿DE QUÉ SIRVIÓ QUE CRISTO MURIERA?



Estoy seguro que alguna vez te has preguntado ¿por qué Cristo tenía que morir y además porque de manera tan cruel?

Lo que no sé es si alguien te lo ha respondido, así que lo intentaré en esta entrega.

Antes de meterme de lleno a esta tarea debo hacer una nota aclaratoria

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NOTA ACLARATORIA: Este espacio no es un blog para estudiar teología, es un espacio para compartirte relatos, anécdotas y ejemplos que ayuden a tu imaginación a interesarte y meterte en el basto mundo de la doctrina católica, estimular tu fe, por lo que te advierto previamente que el presente relato, pudiera ser teológicamente inexacto, esta reflexión está basada en una lectura de San Bernardo.
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Para comprender en cierta forma el porqué de la muerte de Cristo es preciso meditar muy bien lo que  es el pecado, y para comprender lo que es el pecado es preciso meditar muy bien quien es Dios y quien es el hombre. Conste que he dicho meditar muy bien, lo que quiero decir es haberse tomado el tiempo de pensar en esto con seriedad.



No hay comparación entre Dios y el hombre, a pesar de la gran dignidad que el hombre tiene, la distancia entre él y Dios es infinita. Dios es nuestro Creador, pero no solo eso, sino que nos ha dotado de inteligencia, voluntad y memoria, libre albedrío, la vida misma, toda la creación. Es decir, no ha escatimado nada para procurarnos la felicidad.

Y nosotros desde el inicio rechazamos tanta generosidad y decidimos ir por nuestra cuenta.
(Si bueno a muy grandes rasgos eso significa el haber comido el fruto del bien y del mal) No quisimos obedecer (ojo, he aquí la palabra clave) y que nadie nos diga lo que está bien o mal, nosotros lo decidiríamos a partir de entonces. (¿Te suena conocido?)

Pues bien la consecuencia ha sido desorden, dolor, sufrimiento, etcétera.

Nuestros primeros padres, fueron expulsados del Paraíso pero Dios no nos abandonó, inicia entonces una historia, la historia de la Salvación, nuestra Salvación.



Pero  permíteme retroceder un poco. Dios es eterno, es , es , no hay palabras para describir tanta grandeza y majestad, y nosotros tan solo unas criaturitas, a las que Él ha amado desde siempre pero criaturitas y despreciamos los dones y regalos de Dios. Eso fue algo tan grave, que no era y no es posible para ninguna criatura, repararlo.

Fíjate bien, una sencilla instrucción, no comer del fruto del árbol del bien y del mal, dicho por Dios mismo, pero ha pesado más el consejo de otra criatura, malvada, malintencionada, y sobretodo criatura. Le dimos más valor y credibilidad a una criatura que al mismo Dios, Padre providente.

Cuando dentro de esta historia, surge Moisés en Egipto para liberar al pueblo de Dios de la esclavitud, los lleva por el desierto, Dios le regala a Moisés un código para regir sus vidas, los mandamientos, y también le deja instrucciones para construir el arca de la Alianza y diferentes normas sobre los sacrificios etcétera. Ninguno de estos sacrificios tenía forma de revertir el daño ocasionado por la rebeldía de nuestros primeros padres, solo podía ser reparado por Dios mismo.



Jesús, nos ha dado ejemplo de obediencia, aunque obedecer significara aceptar las consecuencias de su ministerio. Anunció la verdad, y como resultado encontró rechazo, desprecio que culminó en la muerte en la cruz.

¿Te parece horrible?
Bien, ten en cuenta, que cada golpe, bofetada, escupitajo, insulto, latigazo, era nuestro merecido y Él ha querido soportarlo de tu parte, de nuestra parte. No creo que ayude mucho fijar la mirada  en el salvajismo que fue, como si fuera culpa de Dios, como si a Dios no se le hubiese ocurrido otra forma de salvarnos. Es la forma lógica. No obedecimos una instrucción sencilla, Él obedeció una de tal dificultad.



¿Quisieras haberle podido ayudar?
Enmienda tu vida de una vez. Instrúyete y vive tu fe con coherencia. Enseña a otros a seguir a Cristo.

Ofrece sacrificios en reparación de tus pecados y los del mundo entero, puede ser oraciones de reparación o acciones concretas como: tratar bien a quien te trata mal, sonreír a quien te persigue, ayunos, etc.

Haz que su sacrificio sea efectivo para ti sacando el máximo provecho: orando, confesándote, comulgando, visitando al Santísimo, dando un buen testimonio.


Ya sabes que soy tu amigo MEJORAM y te espero aquí la próxima semana con una nueva reflexión: “Dios, ¿Es todo poderoso?”


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MEJORAM
24/06/17



lunes, 24 de julio de 2017

¿Dios no es religión?


Vamos a ver, vamos a ver, si dijéramos que Dios es religión, o que no lo es, de todas formas estaríamos equivocados. El primer error sería pretender que sabemos “qué” es Dios. Pero, miremos la pregunta por otro lado.

Primero, las personas que pertenecen a las sectas, por lo general utilizan este “recurso” cuando les preguntas ¿de qué religión eres? ¿Por qué utilizan este recurso?, ¿está en la Biblia?

Pues ahí te va, piensa un poquito, no tanto, en historia, historia de la Iglesia para ser más específicos. Es posible rastrear la historia de la Iglesia católica yendo hacia atrás. En la Biblia podrás encontrar el pasaje en el que Cristo le deja las llaves del Reino a Pedro. Después en el Evangelio también podrás encontrar el pasaje en el que acontece la sanación de Pedro, después de negar a su Maestro, tiene tres veces la oportunidad de reafirmar que le ama y tres veces recibe el encargo de la Iglesia. Es posible rastrear después de Pedro a la larguísima sucesión de Papas a través de toda nuestra historia. Para una persona de cualquier secta o Iglesia protestante implica admitir un origen no solo distinto, sino también por mucho, más reciente.



En segundo lugar, imagina que tienes algún “problemita” que más que problemita es una consecuencia de alguna mala decisión tomada y que afecta tu vida de manera tal que tu vida ya no es “tan” compatible con lo que cree la Iglesia. Imagina que tu “problemita” tiene solución pero implica un sufrimiento (temporal o permanente) por tener que ejercitarte en el “desprendimiento”. O simplemente no es un problema excepto si eres una persona que pretende vivir bien su fe. Entonces después de un tiempo, necesitas (aunque quizá de manera inconsciente) tener razón, necesitas demostrarte que la Iglesia está mal. Y de pronto te encuentras con alguien que te dice: “Dios no es religión”. Necesitas creerle, es posible que al principio tu consciencia de diga que está mal, pero con el tiempo logras silenciarla y callarla, hasta que te convences: “Dios no es religión”. Pero ¿es eso lo correcto?

Pues analicemos un poco más desde otra perspectiva, con otro ejemplo.

Ahora te pediré que pienses en tu computadora (u ordenador), ahora recuerda quien es el creador de ese aparato. Por ejemplo, tu computadora es de la marca de la manzanita, su creador es…(?) bueno ese señor, no es tu computadora, ¿o sí?



O también puedes pensar en el dueño de la compañía de teléfonos… ese Señor no es teléfono, ni es telefonía.

Pues lo mismo pasa con Dios, no es religión, Dios es el creador de todo, es nuestro Padre, es Espíritu, es Amor (1 Juan 4,8). La religión es la forma en la que nos relacionamos con Él.



Religión viene del latín religare, que significa volver a unir. Se trata de volver a unir al hombre con Dios.

¿Por qué volver a unir? Basta releer el libro del Génesis y recordar que nuestros primeros padres hicieron una elección, una que trajo desorden a toda la Creación.

La próxima vez que te digan “Dios no es religión”, está bien, pero nos dejó una y solo una, cuya historia es posible rastrear y conocer.

Por cierto, tampoco es un libro…

Ya sabes que soy tu amigo MEJORAM y te espero aquí la próxima semana con una nueva reflexión: “¿De qué sirvió que Cristo muriera?”


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MEJORAM CV

MEJORAM
24/06/17


lunes, 17 de julio de 2017

¿No es el pecado una palabra chocante?




Nos encontramos en una época en la que hablar de pecado puede resultar incómodo, anticuado o hasta chocante. Hoy analizaremos el tema y descubriremos si es adecuado hablar hoy de pecado.

Como tantas otras cosas y sobretodo pensamientos o creencias de moda, su único sustento es la opinión personal.

Es decir, no se entiende muy bien qué es el pecado, por lo tanto, dedicaré este espacio para hablar del tema.

Hay quien se imagina que el pecado es algo que “lastima” a “diosito”.

Hay quien se imagina que cada vez que pecas,  alguien lastima a “chuchito” allá en el cielo.

Visto así y llegada cierta edad, no es de extrañar que se mire esos argumentos con sospecha. Pero qué tal si analizamos muy bien lo que realmente es el pecado.



Utilizaré un ejemplo que me sirvió para platicarlo con mis alumnos de primero de secundaria:



Imagina un foco. Este foco es fabricado en una empresa, su función es dar luz, pero cuando es fabricado aún no está dando luz, si acaso momentáneamente si es que en a fabrica tienen la precaución de probarlos antes de salir a la tienda, de lo contrario, nada de luz. Cuando el foco es empaquetado, tampoco está dando luz, así como no la dará en la caja donde están los demás focos, ni la dará cuando es transportado en el camión, ni en el estante en la tienda o en el súper.



Pero antes de seguir el proceso del foco, quiero recordarte algo acerca del foco. El foco para poder dar luz, necesita ser instalado. En su extremo tiene un enroscado que se ajusta muy bien a la lámpara o al socket.



 Este foco, aunque ya es un “foco” valga la redundancia necesaria, no lo es en plenitud, pues no está cumpliendo la función para la cual ha sido creado: dar luz, iluminar.



Este foco, solo será pleno, un verdadero foco, o será más foco mientras más ilumine.



Este foco, no puede cumplir su misión en tanto no se conecte al socket y se active el interruptor.

Imagina si este foco, lo tomaras en tus manos y trataras de enroscarlo en el extremo de una manguera, aunque lo lograras, la manguera no puede transmitir la electricidad necesaria para que el foco sea un verdadero foco, pleno. Lo mismo sucedería si intentases lo mismo pero enroscándolo en el extremo de la regadera, o en una tapa de refresco.



En uno de esos intentos podrías romper el foco, deformar el enroscado, romper la manguera, mojar el foco y provocar un cortocircuito.

Errar, errar y errar, sería cada intento mientras no coloques el foco en el socket adecuado.



El pecado es así, tú has sido creado para amar, para compartir, servir, donarte a los demás, para  “enroscarte” en el “socket” de Dios. Cada vez que usas tu albedrío para perseguir intereses egoístas y des-ordenados (como el enroscado del foco en el de la manguera, etc.) encontrarás sufrimiento, dolor, frustración y esas son las consecuencias del pecado.




No es que Dios (no diosito) esté recibiendo un escupitajo o un latigazo cada vez que lo intentas, sino que tú mismo te haces daño, su sufrimiento es el de un padre que ve a un hijo hacerse daño.

Cuando la Iglesia dice que algo es pecado, no se lo inventa, sino que está señalando algo que muchas veces es evidente pero que no alcanzamos a distinguir, esto o aquello te hace daño y te impide ser una persona plena, una persona en todo el sentido de la palabra. Un verdadero varón o una verdadera mujer.

El pecado te daña a ti mismo(a):

“A sí mismo se beneficia el que es compasivo,
a sí mismo se perjudica el hombre cruel”
Prov 11,17

“Quien guarda los mandamientos se guarda a sí mismo,
Quien desprecia sus caminos morirá”
Prov 19, 16


Las personas, desde la primera hasta la última, hemos sido creados para el amor, eso no cambiará, las formas de “perversión” cambian, aumentan, se vuelven más sofisticadas, y quizá más discretas, tanto que puedan dar la impresión de no ser pecado, pero si te aleja de ser persona, se opone a ti, o si tu acción se opone a la realización de  otra persona, es pecado.

Pongamos ejemplos:

1.       Amar a Dios sobre todas las cosas, te hace más persona, pues te conecta directamente al “socket” correcto.
2.       Amar a tus padres, que te han traído al mundo y que , salvo problemas psiquiátricos severos, por lo general se preocupan y te aman y te procurarán todo aquello que te ayude a superarte.
3.       No mentir, te proporciona credibilidad, y  esta, a la larga te hará sentirte realizado y valioso.
4.       No matar, matar a una persona se opone a la plena realización de esa persona.

Y podríamos analizar cada una de esas señales que Dios nos dejó para una mejor convivencia, y que las conocemos como mandamientos, y encontrarás lo mismo: indicaciones para ser y dejar ser a los demás, personas tal y como Dios las pensó.


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MEJORAM
24/06/17











lunes, 10 de julio de 2017

PERO ¿POR QUÉ SUFRO?



Seguro, seguro que te has preguntado, ¿cómo es que si Dios me ama tanto permite que sufra?

Hoy haré un gran esfuerzo para ayudarte a “perdonar” a Dios por esto.

Comencemos retomando una idea que plasmé en la publicación anterior:

“Lo que pasa es que muchas veces en el fondo
no estamos tan convencidos de que Dios sea tan bueno
y de que siempre esté al pendiente. De modo que cuando
nos toca sufrir, recibimos esa “bendición” con sospecha.
Sospechamos de Dios.”



Ya que retomé esta idea, lo siguiente es preguntarte: ¿Estás seguro(a) de que Dios es el culpable de tu sufrimiento?

¿Cómo es que se nos ocurre culparle y no a alguien que con mucha mayor razón podría ser el responsable de nuestro sufrir?

Hay un ser espiritual, maligno, mentiroso, engañador, venenoso que se encargó de introducir la tentación en el Paraíso donde todo funcionaba de las mil maravillas, sabemos el desenlace.

Desde que Adán y Eva, decidieron “independizarse” de Dios, de ser autónomos, de que “nadie pudiera decirles lo que está bien o mal” y decidir por sí mismos, las cosas han venido a descomponerse. Aún hoy vemos nuevas formas de maldad y nuevas tecnologías para el mal. Bueno, bueno, habrá algunos lectores que preferirían que dijera que hay personas que usan la tecnología para hacer el mal.  Como se quiera ver, el mal está ahí y cada vez tenemos formas más sofisticadas de hacerlo.
 
Es muy importante no perder de vista que Dios nos dio un gran regalo que se llama “Libre Albedrío”, es decir la capacidad para elegir entre el bien y el mal. Y no tendría mucho chiste que nos lo regalara y no nos dejara usarlo. Imagina que en cada elección que hagas, se te aparezca y te impidiera elegir lo que está mal, tarde o temprano reclamarías. Imagina que te regalaran un coche y tuvieras que pedir permiso a quien te lo regalo, cada vez que fueras a usarlo. Es un regalo.

Pues en la vida diaria, nos toca convivir, (con-vivir, vivir con) con tanta gente con libre albedrío que puedes estar seguro(a) que muchísimas veces esos libres albedríos chocarán con el tuyo. Y así como no te gustaría que Dios se metiera con tu albedrío a cada paso, tampoco a los otros albedríos. Es decir, el regalo viene con consecuencias maravillosas y  otras que no lo son tanto.

En el ejercicio de tu libre albedrío cometerás muchísimos errores y Dios no se meterá, no porque no te quiera, sino primero, porque sabe que aprenderás de cada uno y segundo, a la larga no te parecerá justo.

Tienes que saber que el buen uso de tu libre albedrío, redundará en auténtica libertad (y felicidad) y lo contrario en problemas, dificultades, sufrimientos (innecesarios) y vicios que te roban la felicidad.

A lo anterior agrégale que convives con gente que tantas veces como tú, cometerá abusos y excesos en el uso de su albedrío y que muchas veces te afectarán. Y Dios, muchas veces no se meterá por las mismas razones que no se mete con tu albedrío.

Sin embargo, Dios es todo poderoso, y aunque no te lo puedo demostrar con rigor científico, estoy convencido, que la mayoría de las veces, sirviéndose de su Providencia, Santidad y Justicia, si interviene, sin violentar nuestro albedrío y sobretodo sin que lo notemos. Trataré de ponerte un ejemplo que resalte la probabilidad de lo que digo.


Cuantas veces vas en el coche y de pronto algún otro conductor no ha tenido precaución y se ha pasado un alto, o se ha metido en sentido contrario, ha estado a punto de chocarte o de atropellarte en un paso peatonal y de puritito milagro no ha pasado nada. Y no pasa pocas veces.
Estamos la mayoría tan ensimismados con nuestras preocupaciones que vamos por la vida de manera <> pero seguimos aquí “vivitos y coleando” y por pura gracia divina.

En verdad que si no interviniera Dios, la tasa de accidentes, nada más por mencionar algunas de las intervenciones, se dispararía a cifras astronómicas.

Bueno, nos toca sufrir las consecuencias del mal uso o abuso de nuestro libre albedrío y el mal uso o abuso del de los demás, pero nada que no podamos ir superando y de lo que no se pueda (Dios por supuesto que puede) sacar algo bueno.

El pecado es precisamente un abuso o mal uso de nuestro albedrío y Jesús lo solucionó dejándonos un sacramento, la confesión, donde se nos brinda la oportunidad de volver a intentar y la oportunidad de volver cuando lo necesites. Supera tu vida de pecado poco a poco, un pecado a la vez y notarás un aumento de felicidad (por que aumentará la Gracia) aún en medio de las pruebas.


Es decir que Dios no se tiene la culpa de que sufras, normalmente sin que lo notes, te está librando de sufrimientos dolorosísimos pero no lo notas porque no lo sabes. Dios no quiere que sufras pero es Todopoderoso para que aunque sufras saques mucho provecho de esas experiencias dolorosas.
El sufrimiento no es un defecto en su bondad, sino una oportunidad de multiplicar sus bendiciones.



Soy tu amigo MEJORAM y te espero aquí la próxima semana con una nueva reflexión: “¿No es el pecado una palabra chocante?”



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MEJORAM
24/06/17


lunes, 3 de julio de 2017

SIETE BUENAS RAZONES PARA SER FELZ

Probablemente te ha sucedido, porque nos ha sucedido a todos, que te sientas decaído, desanimado, triste, solo, <>, <>, y te cuestionas por qué tenemos que sufrir. Probablemente te has encontrado en una situación en la que al final te sientes José Alfredo y sientes que <>. Hoy te traigo siete (muy) buenas razones para vivir la vida con entusiasmo y mucha esperanza.



Te animo a imprimirlas y pegarlas en tu refri, guardar una copia en tu cartera, ponerlas en una manta grande en el techo arriba de tu cama, para que siempre las tengas presentes.

Y es que estas razones no me las inventé, sino que el mismo Dios te las manda a decir, imagina cuanta ternura despiertas en Él que ha dedicado toda la historia de la humanidad para prepararte estos hermosos mensajes, invoca a su Espíritu para pedirle que grabe muy bien esta carta de amor en tu mente y sobretodo en tu corazón.

Sin más preámbulos, comencemos.

1ª Muy buena razón. «Antes de formarte en el vientre, te elegí»  Jer 1,5

Desde toda la eternidad Él te ha conocido muy bien, planeaba, esperaba y anhelaba tu llegada, pero además, te eligió.

¡Te eligió!, ¡Te eligió!, ¡Te eligió!

Sonrie: Dios te eligió.



2ª Muy buena razón: «Sé muy bien cuando te sientas, cuando sales o cuando entras»  Is 37,28

Es en serio. Dios te eligió y no cesa de mirarte. Todos tus movimientos y pensamientos le son conocidos. Todo lo que haces lo sabe, pero no te asustes, a pesar de que conoce también todos y cada uno de tus tropiezos, sigue eligiéndote y sigue amándote.

¿Por qué otra razón, si no es porque le eres muy preciado(a) estaría tan pendiente de ti?

¡Vamos, anímate! Tienes toda la atención de Dios.



3ª Muy buena razón: «Con amor eterno te amé»   Jer 31,3

¿Ah, no me creías verdad? Pues esta es una muy buena razón y demuestra las demás. Dios te ha amado desde siempre, tal como lo mencioné en la primera razón, Él siempre ha sabido de ti y te ama desde que te pensó.

¡Suertudo(a)!



4ª Muy buena razón: «No temas, que te he redimido, te he llamado por tu nombre, tú eres mío.» Is 43,1

Como dije, no importa cuánto hayas fallado, Dios lo sabe, pero aquí te dice que no temas, que te ha redimido.

Hasta casi podrías presumirlo, Dios sabe tu nombre, entre tantos miles de millones de seres humanos, se sabe tu nombre ¿Qué tal?

Y si esto no te anima, como dice la canción, te dice: “Tú eres mío”.



5ª Muy buena razón: «El Señor tu Dios está en medio de ti, valiente y salvador; se alegra y goza contigo, te renueva con su amor; exulta y se alegra contigo»   Sof 3,17

Creo que no requiere mayor explicación ninguna de las citas que te he compartido, pero esta mucho menos. ¿Qué podemos agregarle?

 En verdad te recomiendo poner esto en tu mente y meditarlo día y noche. Te invito a cambiar esos pensamientos negativos, deprimentes  y que muy probablemente son falsos, por esto que es 100% verdad, dicho por el mismo Dios que te creó.




6ª Muy buena razón: «Aunque los montes cambiasen y vacilaran las colinas, no cambiaría mi amor, ni vacilaría mi alianza de paz —dice el Señor que te quiere—.»  Is 54,10

Nada, absolutamente nada, hará cambiar tanto amor, tanta dedicación y atención que Dios tiene hacia ti.
Ningún pecado, ninguna mala racha, ninguna enfermedad. Su amor, es inmutable (no cambia).

¡Alégrate!, ¡Anímate!, ¡Levántate!

Oye, y fíjate cómo termina: “—dice el Señor que te quiere—“ , no sé tu, pero yo creo que es grandioso.




7ª Muy buena razón: «el Señor, tu Dios, cambió la maldición en bendición, porque te ama el Señor, tu Dios.»   Deut 23,5

Y este es como una profecía, lee muy bien las seis razones precedentes y recibe esta promesa. Si aprendemos a confiar en Dios, nuestra vida probablemente siga llena, como ya está, de problemas y complicaciones, pero tendrán sentido, será una vida llena de significado.

Lo que pasa es que muchas veces en el fondo no estamos tan convencidos de que Dios sea tan bueno y de que siempre esté al pendiente. De modo que cuando nos toca sufrir, recibimos esa “bendición” con sospecha.  Sospechamos de Dios.



Como dirían por ahí: Dios es bueno, todo el tiempo y todo el tiempo, Dios es bueno (cfr. Rom 8, 28)

Pues aquí están las siete muy, pero muy buenas razones para ser feliz, compártelas con alguien que sepas que está pasándola muy mal y alégrale el día y la vida.




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MEJORAM
24/06/17