TÚ TAMBIÉN ERES PROFETA
Hoy, desperté con una frase de la Sagrada Escritura en mi mente: "no soy profeta, ni hijo de profeta" (cfr. Am 7,14) sin saber que sería la primera lectura del día. En la homilía, el sacerdote ha dicho que un profeta no es alguien con conocimiento del futuro, de hecho, profeta es el que habla "de parte de", para los creyentes, el profeta es el que habla de parte de Dios.
Ser quien habla de parte de Dios no elimina la posibilidad de hacer advertencia sobre el futuro. Además, esas advertencias implican denunciar el mal y anunciar el bien, y en caso de no haber una respuesta, conversión, de parte del pueblo, también se anuncian calamidades, se advierte de posibles desventuras.
Quien no conoce la Sagrada Escritura puede fácilmente ser presa del buenísimo que ha contaminado el ambiente e imaginar, contrariamente a lo que ocurrió con los profetas, que la misión sea tener seguidores, caer bien, no incomodar, sólo hablar de lo bueno e incluso se puede caer en la tentación de despreciar a los que anuncian desventuras.
La semana pasada el sacerdote mencionó que al profeta nadie le escucha, o algo parecido, y es verdad, casi nadie le escucha, no cae bien, antes cae muy mal, es incómodo, si es posible se le evita, quien ya le ha escuchado ya se sabe su cantaleta y está hastiado de oírle. A los profetas de la Sagrada Escritura, los Apóstoles incluidos, murieron mártires porque incomodaron a alguien lo suficientemente cobarde para terminar con sus vidas.
Y el profeta ¿No sabe que es incómodo? ¿Por qué no se calla? No puede, la Voz que le susurra sus llamadas, sus secretos, su amor por su pueblo, sus urgencias, tiene un "no sé qué" que es imposible en grado superlativo hacerle resistencia. Imposible porque no se puede y porque no se quiere. Porque el amor por Dios y por los hermanos hace imposible resistirse.
Hoy, decía al inicio, tenía en la mente la cita de Amós, un profeta, al escucharla en misa me hizo caer en la cuenta de que no es la primera vez que me sucede algo así sino más bien es muy frecuente, mientras pensaba en esto el padre aclara que el profeta no es alguien que predice el futuro, pero, para mí está muy claro que tampoco es que lo tenga prohibido. Dios siempre hace lo que quiere y pareciera que siempre quisiera sorprenderme, aún más, estoy seguro que quisiera hacerlo con todos los que quisieran dejarse sorprender.
Un sabio, es distinto del profeta, el sabio estudia, medita, reflexiona, analiza y saca conclusiones, el profeta en cambio, tiene una relación con Dios, por eso dice: "esto dice el Señor..." ¿Cómo lo sabe? Se lo escuchó.
¿Cómo escuchar a Dios? ¿Se fijaron que Amós dice no ser profeta, ni hijo de profeta? Nosotros los bautizados, somos todos, en virtud del bautismo, profetas, sacerdotes y reyes. Amós probablemente no se percibía como profeta pero vivía, actuaba, creía como uno, nosotros que le llevamos cierta ventaja por el bautismo, no nos sentimos profetas, no oramos ni leemos la Sagrada Escritura como profetas y muchas veces ignoramos que como confirmados deberíamos serlo «quasi ex oficio»
Una sociedad como la nuestra, hedonista que exalta el placer y desprecia el sufrimiento está muy alejada de la posibilidad de vivir como profeta. El profeta tiene garantizado el sufrimiento sí o sí. Vean cómo Jesús en el Evangelio envía a los apóstoles sin nada, encomendados únicamente a la Divina Providencia. El profeta no es un millonario, ni siquiera es exitoso según los criterios del mundo sino únicamente en sentido espiritual y muchas veces vive con la sensación e incluso la certeza de ni siquiera espiritualmente estar prosperando.
No se puede servir a dos amos (cfr. Mt 6,24) así que toda su atención, su mirada, su corazón, sus pensamientos, espectativas, todo, absolutamente todo tiene que estar orientado al Amado, a Dios, debe estar y ser libre de compromisos.
Ahora, ese sufrimiento no tiene que ser permanente, puede ser sólo una etapa del proceso pues, como diría Jesús a Luisa Picarreta: el sufrimiento es la distancia entre la Voluntad Divina y la humana, en la medida que reflexionaramos quién es Dios, que su Amor, Bondad y Generosidad son eternas y no volubles, podremos llegar a amar sus designios y decir: si tú quieres, yo quiero.
Entonces aunque no dejarán de ocurrir a nuestro alrededor cosas duras, incómodas, dolorosas, etcétera el sufrimiento puede ser muchísimo menos.
¿Te ha tocado sufrir? Siempre es posible sufrir más, pero también sufrir mejor. Lo preocupante sería que nuestra vida esté tan alejada de Dios que nunca incomode a nadie, ni al diablo y que por lo tanto todo nos sonría todo el tiempo, y si fuera el caso que por un exceso de su amor nos tocara vivir cien por ciento libres de problemas ¡Alabado sea! Pero si el Buen Dios nos permite sufrir, recuerda las Buenaventuranzas.
Sufrir, sufrimos todos, pero sufrir bien no, y no está de más recordar que el sufrimiento es la distancia entre la Voluntad Divina y la humana.
MEJÓRAM
14/Jul/2024
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Muchas Gracias🙂
Gracias por compartir
ResponderEliminarDios te bendiga 🙏
Igualmente. Dios contigo.
EliminarExcelente reflexión. Gracias Ramiro.
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