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lunes, 16 de mayo de 2022

Del dicho al Hecho

 Del dicho al hecho.

(Acerca de la Gloria de Dios)




De un tiempo a la fecha, me ha dado la impresión, bastante agradable por cierto, de que es más frecuente escuchar la expresión: "Gloria a Dios", cuando recibimos una buena noticia. Sin embargo, aún cuando me resulta agradable escuchar que alguien alabe o glorifique a Dios, también es cierto que al escuchar esa y otras expresiones similares, me resulta inevitable sentir que son «solo palabras» y que al pronunciarlas manifestamos un buen deseo pero nada más, es decir, nada le damos al Señor.

Quiero aclarar, antes de continuar que la presente reflexión no se trata de una crítica a quienes usamos esas expresiones, no, de ninguna manera, sino una sensación, digámosle así, o una necesidad personal de sentido (?). Necesidad que, frecuentando la Palabra de Dios ha encontrado respuesta.


¿Es posible que la Gloria de Dios sea algo más que solo una expresión?

Nos responde el Evangelio según San Juan:

"La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos." Jn15,8

Es decir que si deseo glorificar a Dios, debo dar mucho fruto, no sólo darlo, sino dar y mucho.

¿Pero es posible que haya «niveles» en eso de dar frutos? Responde el Evangelio de San Mateo:

"Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto, una ciento, otra sesenta, otra treinta." Mt 13,8


¿Y cuál es esa semilla sembrada en tierra buena? También está ahí mismo la respuesta:

"Pero el que fue sembrado en tierra buena, es el que oye la Palabra y la comprende: éste sí que da fruto y produce, uno ciento, otro sesenta, otro treinta.»" Mt 13,23

¿Y cuál es ese fruto?

"Dad, pues, fruto digno de conversión..." Mt 3,8

Conversión personal y la conversión de nuestro prójimo. Alguien quizás dirá que no dice nada ahí sobre el prójimo, es verdad, pero es fácilmente deducible de otras partes de la misma Palabra.

"Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado..." Mt 28,19-20

 Pero esto de dar mucho fruto, ¿No será una cuestión que compete solo a algunos de acuerdo a su carisma o en función de una vocación especial? Vamos a ver a quiénes habla el Señor en Mateo 5:

"«Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte.

Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa.

Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos." Mt 5,14-16

No solo se trata de dar frutos, ni solo de dar muchos frutos, sino que además (evidentemente) deberán ser buenos frutos:

"Ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles; y todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego." Mt 3,10

"Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y arrojado al fuego." Mt 7,19

"«Es también como un hombre que, al ausentarse, llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda: a uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad; y se ausentó. Enseguida, el que había recibido cinco talentos se puso a negociar con ellos y ganó otros cinco. Igualmente el que había recibido dos ganó otros dos. En cambio el que había recibido uno se fue, cavó un hoyo en tierra y escondió el dinero de su señor.

Al cabo de mucho tiempo, vuelve el señor de aquellos siervos y ajusta cuentas con ellos.

Llegándose el que había recibido cinco talentos, presentó otros cinco, diciendo: "Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes otros cinco que he ganado."

Su señor le dijo: "¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor."

Llegándose también el de los dos talentos dijo: "Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes otros dos que he ganado."

Su señor le dijo: "¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor."

Llegándose también el que había recibido un talento dijo: "Señor, sé que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste.

Por eso me dio miedo, y fui y escondí en tierra tu talento. Mira, aquí tienes lo que es tuyo."

Mas su señor le respondió: "Siervo malo y perezoso, sabías que yo cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí; debías, pues, haber entregado mi dinero a los banqueros, y así, al volver yo, habría cobrado lo mío con los intereses.

Quitadle, por tanto, su talento y dádselo al que tiene los diez talentos.

Porque a todo el que tiene, se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.

Y a ese siervo inútil, echadle a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y el rechinar de dientes." Mt 25,14-30

Dar fruto es importantísimo para dar Gloria al Padre, y no darlo es un peligro para nuestras almas, y estoy seguro que no queremos que nos pase esto: 

"Por eso os digo: Se os quitará el Reino de Dios para dárselo a un pueblo que rinda sus frutos..." Mt 21,43

Y ¿Cuando quiere Dios ese fruto?

A tiempo y a destiempo:

"Y viendo de lejos una higuera con hojas, fue a ver si encontraba algo en ella; acercándose a ella, no encontró más que hojas; es que no era tiempo de higos.

Entonces le dijo: «¡Que nunca jamás coma nadie fruto de ti!» Y sus discípulos oían esto." Mc 11,13-14

Y una vez que haya dado algo de fruto ¿Puede uno descansar? ¿Cuanto fruto es suficiente?

"Les dijo una parábola: «Los campos de cierto hombre rico dieron mucho fruto; y pensaba entre sí, diciendo: "¿Qué haré, pues no tengo donde reunir mi cosecha?"

Y dijo: "Voy a hacer esto: Voy a demoler mis graneros, y edificaré otros más grandes y reuniré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe, banquetea."

Pero Dios le dijo: "¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán?"

Así es el que atesora riquezas para sí, y no se enriquece en orden a Dios.»" Lc 12,16-21

Quien ama, desea compartir su felicidad, quien encuentra un tesoro, comparte la noticia con familiares y amigos, recordemos el capítulo 15 de san Lucas,  la actitud de la mujer que encuentra su moneda perdida, la actitud del padre que encuentra a su hijo, luego entonces, no se trata únicamente de dar fruto para salvar el pellejo y ya, sino que creyendo que la felicidad eterna es posible, lo mismo que la condenación eterna, debo desear y procurar la conversión de otros. Poner los medios, mi esfuerzo, la conversión dependerá de la respuesta de cada quien, es seguro que Dios proveerá las gracias necesarias, faltará únicamente que los demás las acepten, pero yo debo poner lo que esté de mi parte.


"Hay más alegria en el cielo por un solo pecador que se convierta que por 99 justos que no tengan necesidad de conversión" cfr. Lc 15,7


Ahora, antes de terminar atendamos a esto:

"«No todo el que me diga: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial." Mt 7,21

¿Cuál es la voluntad del Padre?


"Ellos le dijeron: «¿Qué hemos de hacer para obrar las obras de Dios?»

Jesús les respondió: «La obra de Dios es que creáis en quien Él ha enviado.»" Jn 6,28-29

¿Cómo daremos ese fruto y cómo podemos dar más fruto?

No te lo pierdas en la próxima entrega.



MEJÓRAM

16/05/2022



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1 comentario:

  1. Una reflexión muy provechosa, gracias por compartir. Me motiva a trabajar más y mejor por las salvación de las almas y así darle gloria a Dios

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