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martes, 17 de mayo de 2022

Demos Gloria a Dios

 Demos Gloria a Dios

(continuación de Del dicho al hecho)





Si la Gloria de Dios está en que demos mucho fruto y seamos discípulos del Hijo (cfr. Jn 15,8) quienes le amamos deberíamos, es lógico, desear darle ese fruto. 

Pero ¿Cómo haremos para darlo?

Ya sabemos, lo he dicho tantas veces, que todo comienza por oración, pero luego de orar e incluso de ofrecer sacrificios (ayunos y otras mortificaciones) por las conversiones, ¿qué más hay que hacer?

Nos responde San Pablo:


"Por tanto, la fe viene de la predicación, y la predicación, por la Palabra de Cristo." Rom 10,17


¿Cómo ocurrió nuestra conversión? Es más ¿Nos hemos convertido?

¿Hemos tenido un Encuentro personal con El Resucitado?


El Papa Benedicto en Deus caritas est y el Papa Francisco citándolo en Evangelii Gaudium dicen: 

"No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el ENCUENTRO con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva."(DC 1 y EG 7)

Necesariamente tuvimos o tendremos este Encuentro por la predicación de la Palabra de Dios. De hecho veamos lo que dice San Pablo antes de concluir con lo que ya leímos:

"Pues todo el que invoque el nombre del Señor se salvará.

Pero ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Cómo creerán en aquel a quien no han oído? ¿Cómo oirán sin que se les predique?

Y ¿cómo predicarán si no son enviados? Como dice la Escritura: ¡Cuán hermosos los pies de los que anuncian el bien!" Rom 10,13-15

Entonces ¿No se está predicando la Palabra de Dios?

Se predica, cierto, pero ¿Existen áreas de oportunidad, hay cosas por mejorar? ¿Estamos conformes con el resultado? ¿La falta de vocaciones religiosas tiene alguna relación con esto, tienen algo qué decirnos?¿Hay diferencia entre las primeras predicaciones de los apóstoles y las actuales?

Antes de responder, quiero recordar que lo que me mueve a escribir es el amor a las almas, el deseo de que todos o la mayoría nos salvemos, el deseo de llegar al Cielo y encontrarme con amigos, conocidos, compañeros, maestros, alumnos, incluso a mis perseguidores, es esto, repito y no el deseo de criticar y mucho menos un sentimiento de superioridad, como si sólo yo estuviera haciendo algo y yo estuviera haciendo todo bien en la iglesia. Al contrario, la constante desconfianza hacia lo que pienso, hace de contrapeso y me ayuda en mi discernimiento. Aclarado esto, continúo.

La palabra de Dios ciertamente no ha dejado de predicarse, a pesar de esto, notamos escasez de vocaciones sacerdotales y religiosas,  observamos poca gente en las misas entre semana, incluso los horarios de misa por las mañanas van siendo cada vez más tarde. Todas estas cosas llaman mi atención, y me parecen una invitación a salir de nuestra zona de confort.

Considero que hay dos diferencias que resultan importantísimas, entre nuestra predicación y la de los primeros apóstoles, discípulos y laicos.

La primera es que aquellos, comienzan su predicación después de Pentecostés, llenos del Espíritu Santo, habiendo superado el miedo.

Hoy hay algunos miedos importantes que nos afectan de los cuales mencionaré únicamente dos:

- El miedo a perder. Por el cual, muchos ceden a la corrección política y a ideologías, como si quisieran caer bien. Se inventan un Jesús buenista. Total, que a fin de cuentas, no atraen, y se ha perdido y mucho.

- Miedo a los abusos. Pero no a cualquier abuso, un tipo específico de abuso, que está relacionado con las cosas sobrenaturales.

Miedo a los fanáticos, iluminados, carismáticos. Y miedo a los abusos litúrgicos cometidos por estos. Y muy poca preocupación por los abusos del racionalismo, psicologismo, etcétera.

Acerca de lo último hay que aclarar que son peligros reales, y que en ningún momento sugiero que no se tomen en cuenta, los menciono para manifestar que estoy consciente de ellos y también para reflexionar sobre esto y esto es importante ya que la segunda diferencia que encuentro entre aquella predicación y la nuestra, es el uso de los carismas extraordinarios. 

Pero entonces ¿Qué hacer ante los abusos?

Conocerlos, señalarlos y hacer lo posible por prevenirlos con una adecuada formación y pastoreo y no simplemente prohibirlos.

La semana pasada estaba leyendo un artículo del jesuita Horacio Bojorge sobre el liberalismo y decía citando al Padre Félix Sardá i Salvani:

A los fieles que se espantan de que algo así pueda suceder, les dice:

“Sí, amigo lector, sí, puede haber también, por desdicha, ministros de la Iglesia liberales y los hay de esta secta fieros, y los hay mansos, y los hay únicamente resabiados. 

Exactamente como entre los seglares. No está exento el ministro de Dios de pagar tributo a las humanas flaquezas […] ¿Y qué tiene esto de particular, cuando no ha habido apenas herejía alguna en la Iglesia de Dios, que no haya sido elevada o propagada por algún clérigo?” . (1)

¿Qué hacer entonces?

Usar las virtudes contrarias. Contra el miedo, fe, confianza total y plena en la Palabra de Dios:

"Ciertamente, es viva la Palabra de Dios y eficaz, y más cortante que espada alguna de dos filos. Penetra hasta las fronteras entre el alma y el espíritu, hasta las junturas y médulas; y escruta los sentimientos y pensamientos del corazón." Heb 4,12

"«Ahora os encomiendo a Dios y a la Palabra de su gracia, que tiene poder para construir el edificio y daros la herencia con todos los santificados..." Hch 20,32


"De ahí que también por nuestra parte no cesemos de dar gracias a Dios porque, al recibir la Palabra de Dios que os predicamos, la acogisteis, no como palabra de hombre, sino cual es en verdad, como Palabra de Dios, que permanece operante en vosotros, los creyentes." 1 Tes 2,13

Si la Palabra de Dios, es Dios mismo (cfr. Jn 1,1), confiemos que «hace lo que dice» ya que como vimos es «viva y eficaz». Puede transformar nuestras vidas y lo hará si dejamos a Dios ser Dios. Si con el racionalismo y el miedo al abuso no le atamos las manos al Espíritu.

"...pero no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba." Hch 6,10

No nos opongamos a su acción para que no se nos apliquen estas palabras:

"«¡Duros de cerviz, incircuncisos de corazón y de oídos! ¡Vosotros siempre resistís al Espíritu Santo! ¡Como vuestros padres, así vosotros!" Hch 7,51

Recordemos que el hombre es cuerpo, mente y espíritu (1Tes 5,23) y si Dios también es Espíritu, luego, es normal que cosas espirituales ocurran. No podemos separar a Jesucristo del Padre y del Espíritu Santo, ni podemos reducir a Jesús , es más ni a nosotros mismos a solo cuerpo, por lo tanto ¿por qué invocar, predicar y esperar únicamente cosas «naturales» (materiales) y temer las sobrenaturales?

Tengamos fe, confianza, frecuentemos la Sagrada Escritura, creamosle, evangelicemos y acompañemos, seamos precavidos, estemos vigilantes ante el abuso sin extinguir el Espíritu.

Por hoy me he extendido demasiado, así que en la próxima entrega hablaré de la lógica y por lo tanto la necesidad de las gracias actuales, de los signos, milagros y prodigios.

______

Referencia:

1) Bojorge Horacio - El liberalismo es la iniquidad.


MEJÓRAM

17/05/2022



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