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lunes, 12 de septiembre de 2022

POR DIFÍCIL QUE PAREZCA

 POR DIFÍCIL QUE PAREZCA



 Hoy en el Evangelio leímos nuevamente la parábola del Hijo Pródigo, la cual no comentaré sino únicamente quisiera poner la atención en la actitud del hijo. Evidentemente estaba sufriendo, había tocado fondo y toma una decisión que probablemente sólo podemos tomar ahí, en el fondo, porque estando ahí, sólo queda mirar hacia arriba. Cuando no habíamos llegado tan bajo, mirábamos quizá a todas partes menos arriba donde estaba la única opción verdaderamente útil. 


 Quizá no sea el caso de todos los que me leen, sin embargo, es un hecho fácilmente comprobable, que a todos nos toca, tarde o temprano, sufrir. Sufrimos todos, el rico, el pobre, el alto, el bajo, el gordo, el flaco, todos y nadie hay que escape del sufrimiento. 


 Claro que, lo dicho anteriormente no hace que el sufrimiento de quien me lee sea menor, pero, ¿Podría darle sentido? Ruego a Dios que pueda ser así. 

 Considero que he sido una persona muy rebelde y renuente al sufrimiento. En veintidós años he leído sobre el valor del sufrimiento, sé teóricamente que para Eckhart, es la cabalgadura que nos lleva más rápido al éxito y, en términos cristianos, podemos decir que es la vía más rápida a la santidad. He incluso estudiado que Dios, al alma que busca la santidad, la lleva primero por una fase de «desestructuración», en la que sufrirá mucho hasta que el alma aprenda a confiar «unicamente en Dios», por supuesto he leído la Noche oscura de San Juan de la Cruz, y sin embargo mi rebeldía persistía. 


Tampoco me es desconocido lo que Sta. Teresa Benedicta nos enseña sobre el alma masculina y femenina, y es que los varones no "estamos hechos" para sufrir, por lo que menos varones llegan a esos niveles más altos de espiritualidad, pero los que llegan hacen lo que puedan para pasar más rápido, pero esta "normalidad" no me tranquilizaba, no puedo contentarme con asumir que es "normal" que no quiera sufrir ¿por qué? Porque sé lo que dije antes, el sufrimiento es necesario sí o sí, para llegar a la meta, la santidad. 

No pretendo que piensen que ya no soy rebelde, sin embargo debo admitir que me doy cuenta que cada vez lo soy en menor medida, sin que eso signifique gran avance, aunque, no me desanimen, algo es algo. 

 Por ese pequeño, quizás hasta insignificante "avance", quisiera recomendar lo que considero que  me ha ayudado.


 - Reflexión/reflexiona:


 1a. ¿Quién es Dios?

Esta reflexión, valdrá la pena hacerla de por vida si es necesario. Piensa, ¿Quién es Dios y quién eres tú?

 Dios es más grande que el Universo entero, pero no es que sea apenas más grande. Piensa que Dios puede hacer infinidad de universos al mismo tiempo cada fracción de segundo y siempre sería infinitamente más grande que todos esos universos juntos. ¿Y tú? Menos que una molécula de polvo comparado con Él.

2a. El precio de nuestros pecados. 

Considera que un "pecadillo" tal como el comer un árbol que estaba prohibido, ocasionó todo el caos en la Creación entera. (Sé que no fue un árbol necesariamente) Este pecado, que no fue un asesinato, un aborto, una masacre o alguna cosa que evidentemente nos asustaría, y aún así, fue de tal magnitud que únicamente Dios podía pagar la consecuencia. 

Entonces ¿Cuántos, cuáles y de qué gravedad son los tuyos? 

Es decir, honestamente, ¿cuánto crees que merece sufrir por cada pecado y por todos?


 Te comparto que estas dos consideraciones me ayudan a valorar que realmente sufro muy poco respecto a lo que debería como consecuencia de mis pecados. 


Dios es tan bueno, que no me permite sufrir lo que debería y aunque no soy la medida de las cosas, soy consciente de que cualquier cantidad de sufrimiento que nos tocare es nada comparado con lo que merecemos, porque siendo Dios quien es y siendo yo quien soy, aún si mi sufrimiento fuese de por vida, desde el primer instante de mi existencia, y el buen Dios me regalara el doble o incluso el triple del promedio de vida y toda mi vida fuera sufrir lo indecible y lo impensable, todo eso sería nada comparado con el tamaño de mis ofensas.


 Hace unos días leí o vi, el testimonio de un religioso que al presentarse a su juicio particular, vió que todo lo había hecho por amor sin embargo tenía un pecado por el cuál debía pasar "únicamente" tres horas en el purgatorio, el santo varón no aguantó ni la primera hora, la cuál le parecieron tres siglos. Y estamos hablando de alguien que vivió haciendo todo por amor. ¿Qué me espera a mí por mis pecados? 

3a. Entonces, hoy que tanto se habla de ventas y negociación. Será muy útil venderse a uno mismo la idea de que merecemos sufrir, para ir por el camino estrecho y entrar por la puerta angosta.(cfr. Mt 7,14; Lc 13, 23-24). Vendernos la convicción de que sufrir, entonces, según lo dicho es una Gracia, es una oportunidad de adelantar en el camino a la santidad:

"Pues a vosotros se os ha concedido la gracia de que por Cristo... no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él..." Fil 1,29

"Un bien para mí ser humillado, para que aprenda tus preceptos." Salmos 119,71

"Ellos marcharon de la presencia del Sanedrín contentos por haber sido considerados dignos de sufrir ultrajes por el Nombre." Hch 5,41

Es necesario convencernos de que el sufrimiento es necesario y está garantizado a todos y también de cuánto lo merecemos, de modo que cada oportunidad la aprovechemos ofreciéndola al Señor en reparación de nuestros múltiples pecados, de cualquier manera, es posible que nunca dejemos de sentir el rechazo a sufrir, pero es precisamente ese desagrado lo que lo hace valioso, eso es lo que realmente ofrecemos, si no nos costara, si no nos pesara, qué mérito tendría. Entonces, la rebeldía probablemente no se vaya, pero poco a poco dejaremos de desperdiciar las oportunidades de sufrir «con sentido» y nos iremos convenciendo que es mejor por mucho, sufrir aquí que en la otra vida. Porque si hay algo peor que sufrir cosas terribles, es que luego de morir toque seguir sufriendo penas más duras por haber despreciado todas las oportunidades de esta vida. (Lc 16,25)

"ya cuando estábamos con vosotros os predecíamos que íbamos a sufrir tribulaciones, y es lo que ha sucedido, como sabéis." 1 Tes 3,4

Quisiera que no sufran, sin embargo, deseo más que sufran mejor, con sentido, para evitar el purgatorio, para alcanzar la mayor santidad posible, para reparar tanto dolor que soportó el Señor.

No estamos solos nunca, pues siempre y sobretodo cuando sufrimos, Dios está a nuestro lado, sosteniéndonos aunque no le veamos. Le importa nuestra vida y ciertamente nuestra felicidad, pero no una felicidad puramente inmanente (temporal), sino sobretodo la eterna. 

También sufre contigo tu familia, tus verdaderos amigos, tus hermanos en Cristo, no estás solo(a)

"Si sufre un miembro, todos los demás sufren con él. Si un miembro es honrado, todos los demás toman parte en su gozo." 1 Corintios 12,26

"Porque bella cosa es tolerar penas, por consideración a Dios, cuando se sufre injustamente." 1a Pedro 2,19

 Te abrazo espiritualmente y pido al Señor te dé las fuerzas para seguir adelante, para crecer y dejar de buscar una espiritualidad posmoderna basada en falsas promesas de éxito económico, laboral o académico, sino una que consista en cargar la cruz y negarse a uno mismo para ser un auténtico discípulo del Maestro. (Mt 10,38; 16,24)

Pero ¿Qué les estoy contando si ya son unos expertos en el tema pues en la publicación anterior les hablé de las necesarias lágrimas?


¡Ánimo, Dios te bendiga!


MEJÓRAM

12/09/22


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¿Me invitas a un refresco o un café? Me sigo encomendando a la Divina Providencia que se manifiesta a través del cariño generoso de ustedes. Gracias por todo.

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