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martes, 28 de agosto de 2018

Y díganos, ¿Usted cómo le hace?

Hoy les quiero compartir una reflexión que me llegó por Whatsapp y me ha parecido muy buena, se los comparto en esta publicación y al final mis comentarios.


Díganme ¿cómo le hacen?

Llevo algunos días en pecado mortal. Creo que para la mayoría de las personas éste estado (vivir en pecado mortal) no es algo que distingan. Desafortunadamente la enfermedad espiritual no siempre tiene síntomas evidentes. Casi siempre los tiene, pero no para el que la porta. En ese sentido, es equiparable a una adicción. Cuando uno piensa éstas cosas, el Yo pecador” hace mucho sentido, como la afirmación del alcohólico. El primer paso es aceptar que uno tiene un problema y recordarlo constantemente para no negarlo con algún pretexto y seguir en el vicio. Pero, he llegado a la conclusión que la gente cree no tener un problema. Peor aún, no sólo el que la padece no cree estar enfermo, sino los que le rodean (muchas veces con la misma enfermedad) no perciben que su prójimo esté infectado.
Ahora bien, y, aquellas personas que sí están conscientes de su estado (aunque no les agrade saberlo y traten de hacer “como si no lo saben”), díganme sinceramente ¿cómo le hacen?... ¿cómo le hacen para dormir tranquilos?, ¿cómo le hacen para dejar de ver el riesgo?, ¿cómo le hacen para olvidar su propósito en ésta vida?, ¿cómo le hacen para dejar de temer? ¿cómo le hacen para olvidar?
Yo tengo una teoría: terapia ocupacional. Sí, esa que recomiendan para, por ejemplo, cuando uno está en duelo. Y creo firmemente que en ese estado uno está en duelo, ¡pero de su propia muerte! ¿En qué nos ocupamos? Viendo Netflix, en el trabajo, en comidas, reuniones, en viajes… algunos entreteniendo a los hijos, otros incluso en obras buenas. A todos se les olvida que nada vale sin la gracia de Dios. Porque esas ocupaciones conllevan cansancio, dolor y penas, ¡pero nada valen sin la gracia santificante!
Voy entendiendo cómo funciona… pero aún en esa terapia uno tiene tiempo a solas, en la cama, en el baño, en el coche… uno no puede escaparse de uno mismo (y de Dios menos). Por eso nuevamente me pregunto ¿cómo le hacen?, ¿su consciencia llegará al punto del hartazgo que ya no le recordará en qué estado están?
Como parte de la misericordia divina está el quitar el arrepentimiento a los pecadores empedernidos para no seguir haciéndolos más culpables. ¿será eso acaso? ¿se estará tan enfermo que Dios te da un “remedio paliativo” para esperar tu inevitable condenación?
Uno regresa a Dios por dos causas: por temor al castigo de nuestro Padre (el infierno, los demonios, el fuego eterno, y todas esas cosas que ya no les gusta decir ni escuchar a la gente porque son “feas” y asustan a los niños… a los adultos ya no porque obviamente han dejado de creer en ellas) o por amor a Él, siendo agradecidos de todo lo que nos da ¿seremos acaso tan mal agradecidos?, ¿ya no le tememos a nuestro peor enemigo, nuestro más grave y peor problema por resolver?
Se me ocurre otra teoría: desarrollar Psicosis. Sí, creer que algo verdadero no lo es o viceversa, un trastorno grave del sentido de la realidad. Y es que lo invisible a nuestro mundo es real y verdadero. Entonces, cuando la terapia ocupacional no es suficiente, se puede recurrir a un mundo en el que la misericordia de Dios está por encima de su justicia, nos perdonará cualquier ofensa. O creer que en los últimos segundos Dios se apiadará de mí y me perdonará todos mis pecados (¡incluso sin confesión por mi gran santidad y arrepentimiento!). Creer que todas mis omisiones, pensamientos, palabras y obras se justifican por alguna razón fantasiosa creada en mi mente. Sí, eso debe ser, la locura del hombre. O también, creer que Dios no existe, que después de ésta vida no hay nada. Vivir la vida haciendo “lo que se nos venga en gana” por que no hay más allá, siendo “libres”, sin saber que somos esclavos de Satanás, el cual espera ansiosamente nuestras almas malditas para atormentarnos eternamente. Porque no hay mayor odio hacia el hombre que el de los ángeles caídos. Creamos que existan o no, ellos nos tentarán incesantemente. Recuerdo que alguien me dijo: Caer en pecado es de hombres, permanecer en pecado es de demonios. ¿será que todos los que permanecen en este estado no solamente son condenados en potencia sino una extensión de las huestes de Lucifer?
¡Qué terribles momentos estamos viviendo! Supongo será parte de esa “psicosis” no ver la realidad atroz de este mundo o creer que uno no es parte de ella.
¡Fuera de la realidad es creer en demonios y un Ser omnipotente que le preocupa nuestras vidas! Dirán algunos incrédulos enemigos de la Fe… Más psicótico es aferrarse a la idea de la inexistencia de Dios y su voluntad, evidente en la perfección del Universo, en sus leyes y diseño y conocido por la inteligencia del hombre (reflejo de Él) a través de su Iglesia con el estudio teológico, científico y filosófico de la vida, lo cual, cuando menos lleva a una postura de duda razonable. Por ende, es más locura obrar sin ningún temor ante la duda. ¿No es acaso más psicótico el caminar sobre un piso que pudiera ser de cristal (posibilidad razonable) sin medir la fuerza de tus pasos? Ésta gente muy en el fondo no duda, realmente lo que quiere es hacer su voluntad sin rendir cuentas a nadie, supongo pensando justificarse ante Él por “no saber” de su existencia ¡ilusos! 
Pero bueno… criticar es fácil. Yo buscaré estar de nuevo en gracia de Dios, si me da la oportunidad y rompo con esas malditas excusas. Sólo espero que la terapia ocupacional y la “psicosis” de algunos se haga consciente y ayude a algunos a poder afirmar ¡yo pecador! Y tomar cartas en el asunto, sin pretextos.
Que Dios se apiade de nosotros


Gerardo Urbina Rodríguez.




Comentario de MEJORAM:

La conciencia es susceptible y debe de formarse en la búsqueda de la perfección en la práctica de las virtudes. Para tal efecto es imprescindible frecuentar la lectura del Evangelio, conocer el catecismo de nuestra madre la Iglesia, y muy importante también será conocer vidas de santos.

Respecto a la vida de los santos es interesante señalar dos cosas:

- el proceso (causa) de canonización.

- las prácticas que tienen en común todos los ya canonizados.

La causa de los santos:

Cuando una persona es agregada al Canon (medida) de los santos es porque se ha hecho una exhaustiva investigación de su vida. Y no cualquier persona es admitida para ser considerada como modelo para la iglesia. Ahora sí que podemos decir que estás personas se esforzaron para cumplir lo que dice la Escritura:

"Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial."
Mateo 5,48

Sirva esto para refutar la idea de que al final todos seremos considerados muy piadosos y santos delante de la divina justicia, sino que ésta hará honor a su nombre.

Y sirva para el mismo efecto el segundo punto:

Las prácticas en común:

Los santos han tenido cosas en común, entre estas están las virtudes y ciertas prácticas piadosas.

Te puedo asegurar que todos avanzaban en el camino de la Purificación, Iluminación y Unión.

Ninguno llegó a ser canonizado por relajar las reglas de la orden, por terco, desordenado y perezoso. Y sí por el contrario eran diligentes, modestos, ayunaban, hacían penitencias, etcétera.

Pero la conciencia también puede deformarse, por ejemplo, hoy el virus del buenísmo ha germinado cual semilla en la tierra de la ignorancia culpable abonada con relativismo moral y  cuyo primer fruto ha sido precisamente la deformación de la conciencia de la que hablo, y finalmente su aniquilación total.

Hoy muchas personas viven con «la conciencia tranquila» pues ya no les remuerde nada. Se ilusionan porque da la impresión de no hacer mal a nadie, pero en realidad cuando has asesinado a tu Pepe Grillo te has hecho el peor mal posible: desprotegerte de la muerte del alma.

¿Cómo le hace la gente?
Evade la realidad con droga, excesos de todo tipo, con audífonos y cualquier aparato electrónico que ayude a sofocar la fuerte voz de la conciencia que grita agonizante: ¡Cuidado, detente!

2 comentarios:

  1. La conciencia es el lugar de encuentro de Dios y con el hombre y hay que mantenerla aunque no esté impecable, pero siempre abierta a Dios, quien puede trasformarlo en un lugar santo. Gracias por compartir. bendiciones!

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  2. Así es, debemos llenarla con la Palabra de Dios, iluminarla con la luz de Cristo.

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