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lunes, 1 de abril de 2019

El Hijo que conocía muy bien a su Padre




Este domingo hemos escuchado la parábola del Hijo Pródigo que mucho se ha dicho debería llamarse del padre misericordioso.
Yo creo que está bien que se llame del Hijo pródigo, primero porque me resisto a querer corregir al Espíritu Santo que permitió se llamase así y en segundo lugar porque el tema de la parábola es la conversión.

No pretendo decir ninguna novedad al respecto, ojalá fuera el caso, pero se hará la Voluntad de Dios en esto como en todo. Ya mucho se ha hablado con sabiduría y pedagogía muy superiores a la mía, de esta y de todas las parábolas, pero quisiera en este tiempo del buenismo, resaltar precisamente lo que los buenistas omiten.

Y es que la parábola inicia con un grito silencioso: “No puedo esperar a que te mueras”. Si esto no es la más grande ofensa y pecado de toda la parábola ¿qué es? “No puedo esperar que te mueras, dame mi parte de la herencia.”

¿Y si no habían pensado darle nada de herencia?
Ah pero este hijo conocía muy bien a su Padre.

Si lo ofendo pidiendo la herencia, ni se hará el ofendido y además me la dará.
No es un padre tonto, tiene que ser un padre muy hábil en los negocios, tiene herencia para repartir, tiene criados.

Es un padre que sabe, que conoce a la gente, sabe que el Hijo está cometiendo un grave error. Pero al mismo tiempo sabe lo que pasará porque le ha procurado una buena educación, pero este Hijo ha confundido la libertad, ha sido seducido por una idea del mundo que algún amigo le vendió.
Este Hijo se fue, siguió pecando, hizo todo lo que para su cultura y civilización era considerado lo peor: irse de casa, irse a un país extranjero, vivir una vida disipada, gastar el dinero con malas mujeres, criar cerdos…

Pero ese Hijo conocía muy bien a su Padre, sabía que ahí en su casa, hasta los criados vivían bien.
Este Hijo conocía muy bien a su Padre, le había educado con buenos valores, por eso recuerda que no sólo lo ofendió a él, sabía que primero había pecado contra el cielo.

Pero este Hijo, sabía que su Padre ya sabía que pediría volver, él lo educó, lo conocía muy bien.
Este Hijo conocía muy bien a su Padre, sabía que si le daba a entender que su educación fue buena y que él y sólo él había fallado al ignorar sus valores, el Padre ni siquiera escucharía, lo abrazaría y lo aceptaría de nuevo. Si no, ¿para qué molestarse en volver?

Este Hijo, antes de su rebeldía, conocía muy bien a su Padre quizá por eso tuvo el atrevimiento de abusar de la confianza, eran buenos amigos.
El Hijo, basado en este conocimiento se arma de valor, reconoce su culpa, se arrepiente y emprende el regreso. Ha aprendido la lección.

La Parábola no lo dice, pero es lógico que antes y mientras estuvo alejado, el Padre tuvo gente cerca de él, que le aconsejaban, le invitaban, pero mientras tuvo recursos, no tuvo oídos para nadie que no estuviera “de su lado”, luego le habrán perdido la pista, el Padre esperó día y noche, a cada rato se asomaba con esperanza, quizá será hoy, quizá mañana, pero volverá. Este Padre,  conocía muy bien a su Hijo. Le conocía mejor que el Hijo a sí mismo.


"Todo me ha sido entregado por mi Padre,
y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre,
ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo,
y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar."
Mt 11, 27



Qué difícil es que alguien que no conoce al Padre le busque después de haberse alejado, es difícil para muchas personas tener una sana relación con Dios tan sólo por no haber tenido una buena relación con su Padre.
He conocido mucha gente que no va a la Iglesia, no porque no sea consciente de que lo necesita sino porque cree que será rechazada. No conocen al Padre.

Pero tampoco conoce al Padre aquel que crea que para ejercer la misericordia hay que obligarnos a perdonar a quien no quiere perdón y con esto no me refiero a que no podamos perdonar todo a todos, es posible, para algunos será más difícil que para otros, pero es posible perdonar todo de corazón, pero no puedo obligar a quien no tiene propósito de reconciliarse con uno o con Dios a ser perdonado y a aceptar que todo está arreglado.

Tanto en esta Parábola como en la de la mujer adúltera, en el relato de Zaqueo siempre es el pecador el que busca el perdón. No es el Padre, no es Jesús quien ha ido a imponerle el perdón. Es un acto de la Voluntad, ponerse manos a la obra, moverse, ir a pedir el perdón y entonces sí Dios, el Padre de la Parábola, el sacerdote y cualquiera de nosotros podemos decir: “ánimo, tranquilo, tranquila, aquí no ha pasado nada”, “te perdono”, “te amo”, “borrón y cuenta nueva”.
¿Y quién conoce al Padre? Jesucristo, y aquello a quienes Él se los quiera revelar. Y ¿a quienes se los revela? A quienes conviven con Él:

"Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre;
 desde ahora lo conocéis y lo habéis visto.»
Le dice Felipe: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta.»
Le dice Jesús: «¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces Felipe?
El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: "Muéstranos al Padre"?"
Jn 14,9

Es en la oración donde conocemos a Jesús, en el trato diario y frecuente, en la lectura de las Escrituras y el Magisterio de la Iglesia, discúlpenme que diga sólo Magisterio, pero aclaro que siempre que digo Magisterio estoy pensando en el Catecismo de la Iglesia, donde el Magisterio nos explica también la Tradición. Es decir, es en las Tres Columnas en que se apoya nuestra Madre Iglesia, donde podemos encontrar y conocer al Padre.
Dios nos ama, y el amor busca, desea que la otra persona crezca, se desarrolle, alcancé su plenitud, la máxima expresión de su ser, por eso, es contrario al amor la alcahuetería, y es perfectamente acorde a la lógica del amor, el dejar que la persona aprenda de sus errores. La persona, cualquiera, tiene que pasar por el proceso de tocar fondo para que entonces pueda levantar la mirada y volverla al Padre, gritar: ¡Auxilio! Y entonces el Padre tiende la mano y saca del pozo.
Falsa misericordia es ver que caerás al pozo y no advertir. Verte en el pozo y negar que estás ahí. Verte pedir ayuda y decirte: “no hay un pozo”, “estás bien”, “estar en el pozo es normal”.
Hipocresía es ver a quien advierte: “cuidado, hay un pozo” y decirle: “no puedes juzgar”, “no soy nadie para condenar”.

El buenista y el pecador que no se acerca a pedir perdón, no conocen al Padre, se alejaron antes de conócele, el Hijo pródigo se alejó, sin embargo, tuvo la dicha de conocer muy bien a su Padre.
El hermano mayor somos muchos en la Iglesia. En la Parábola Jesús se refiere a los judíos, hoy esos hermanos mayores son aquellos que no se alegran del éxito de los otros. Son ese católico comprometido que siempre tiene una crítica destructiva para el apostolado del otro. Ese hermano que es piedra de tropiezo para los demás, el que mira con sospecha a los hermanos nuevos que van iniciando algo nuevo y lo hacen cometiendo errores. Ese hermano que cree que la vida espiritual consiste en saber mucho, el que está en la Iglesia, pero ni siquiera sabe qué es espiritualidad y sólo está como un hobbie, el que cree que la vida espiritual consiste en cumplir cosas, el que critica y critica, pero no tiene ninguna propuesta, no se ofrece para ayudar con humildad. Pero este domingo cuando el padre, o el catequista o el hermano que dirigió el retiro preguntó: ¿Con qué personaje te identificas? Los hermanos “mayores” cerraron los ojos en actitud “humilde” y dijeron: Con el hijo pródigo.


Ejercicio:
Invoca al Espíritu Santo, pídele a Nuestra Madre Santísima que te ayude a responder honestamente estas preguntas. No las respondas aquí sino en tu mente, en tu corazón, pídele a Jesús te ayude a crecer como persona, como cristiano, como apóstol, como hijo, hermano, cónyuge, padre, amigo, vecino, etc.

11.       ¿Conoces bien al Padre?
22.       ¿En este momento consideras que estás en la casa del Padre o te has ido a tierras extrañas?
33.       ¿Ayudas a otros a volver al Padre?
44.       ¿Identificas esos momentos en los que eres el Hijo Mayor?
55.       ¿Estás preparándote para vivir esta Semana Santa de una manera diferente?

MEJORAM
01/04/19





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6 comentarios:

  1. Creo que tengo un poco de los dos😢. Gracias tu reflexión a cerca de este pasaje del evangelio me ayuda a reflexionar mi relación con Dios y sobre todo a esforzarme más para ser una buena hija, con su gracia claro. Dios te bendiga

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    1. Mil gracias, siempre me es muy grato leer sus comentarios.

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  2. Hermoso blog, la reflexión te hace pensar "¿En dónde estamos parados?". También opino que todos hemos tenido momentos de hijo pródigo pero también del hijo mayor. Ojala muchos puedan leer reflexiones así, reflexiones verdaderamente espirituales. Dios te bendiga

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  3. Me considero como el hijo pródigo, pero también me gustaría ser como ese padre q todo perdona, x la situación q estoy viviendo estos momentos

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    1. Muchas gracias por sus comentarios. Ver que les resulte útil me anima a seguir escribiendo.

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