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domingo, 19 de mayo de 2019

Nos toca servir.

Nos toca servir.



Hace aproximadamente 18 años, alguien me invitó a ir de misiones durante la semana Santa y recuerdo muy bien que le decía a la persona en cuestión, que no me gusta que las misiones sólo sean una semana y no regresen hasta el próximo año, si es que regresan al mismo lugar. Entre otras cosas me respondió que no podían ir todo el año porque necesitaban formación. A lo que contesté, que estamos engolocinados de formación y no damos el paso para servir.


Un tiempo después, tuve la oportunidad de estar en otra comunidad, el sacerdote nos había convocado para hacer propuestas para ofrecer a la comunidad; entre las propuestas estaba invitar a alguna religiosa que diera formación. Recuerdo que también me opúse, influenciado probablemente por mi párroco anterior, ya que las personas se vuelven dependientes de alguien que les de y les de y les de formación y no dan el salto de ser quienes formen a otros. El sacerdote estuvo de acuerdo conmigo.


Hace dos noches, platicando con mi suegro, me contó que en el transcurso de la semana había escuchado a tres sacerdotes hablar de lo mismo: la gente está "engordando" como cerdos, de información y no sirven (de dar servicio) no salen a compartir toda la formación que reciben.

Quiero enumerar algunas cuestiones que valdría la pena reflexionar detenidamente y retomaré otras que ya he mencionado antes, sin ánimos de ofender a nadie sino con el deseo de que personas con más experiencia puedan profundizar, analizar o hasta descartar lo que digo.

1. Los Números.

Con frecuencia tenemos "la tentación" de esperar mucha gente en nuestros grupos y digo tentación por varias razones:
- las personas han cambiado, la secularización ha ganado terreno.
- la Iglesia es constantemente atacada y los ataques han tenido cierta eficacia alejando a algunas personas.
- nos hemos preocupado mucho y hemos hecho casi lo que sea  con tal de que la gente entienda, disfrute, "se entretenga" y hemos obtenido lo contrario porque:
- hemos, quizá, desaprovechado los datos que nos ofrece la Sociología Religiosa.

Hoy, no podemos ignorar la realidad y esperar que un ejército de feligreses acudan a nuestros grupos. Ojalá fuera así, pero no sucederá si seguimos haciendo siempre lo mismo.

2. Dificultades para comprometerse.

Punto y a parte de lo que ya sabemos sobre el miedo al compromiso que abunda en todas partes, será muy útil analizar la situación con honestidad y humildad.


Es difícil esperar que las personas se quieran involucrar en una actividad de tal responsabilidad como formar a otros cuando quien se atreve encuentra muchos obstáculos y no tiene, de nuevo, la formación para superarlos.

El Papa Francisco en "La alegría del Evangelio" habla de no tener miedo a equivocarse, en la práctica la verdad es que da cierto (o bastante) temor encontrar alguien autoritario que te obstaculice con un rotundo "No" sin explicaciones porque como es la autoridad piensa que no tiene que darlas.

Es difícil perseverar cuando en tu intento de anunciar la palabra, compartir tu alegría, y hacer lo que hacen los grupos que sí están recibiendo montones de gente, te topas con alguien que cree saberlo todo cuando a lo lejos notas que se saltó las clases de psicólogia, antropología, etcétera y te tachan de sugestionado, loco o sentimental, como si (como señalé en el escrito anterior) los sentimientos no fueran humanos, como si no estuvieramos todos de una u otra manera sugestionados para otras cosas que no sólo no nos acercan sino que muchas veces nos alejan de Dios.


¿Quién querría arriesgarse?
No sólo es el miedo a equivocarse sino el miedo a ser vetado definitivamente, lo cual en la teoría no sucede así, mas en la práctica...

3. Encuentro.

Tanto el Papa Francisco como el Papa Emérito han hablado de la importancia del Encuentro.

El Encuentro no es algo que nadie, ninguno de nosotros puede darlo a otros. Podemos crear los momentos de reflexión, meditación, oración y hasta formación, pero el Encuentro es algo entre Jesucristo y el alma.

Es un momento que la persona no olvidará, su vida será dividida en un antes y después del Encuentro. El encuentro no es un retiro, ni un apostolado. Es una experiencia que te cambia la vida.

Será difícil propiciar un Encuentro con Cristo, si he reducido el Encuentro a un curso en el que las emociones, los sentimientos y la «suegerencia» de temas que me lleven a reflexionar sobre el Amor de Dios, sobre mi pecado, sobre Cristo como solución de Dios, etcétera no son bienvenidas.

Es preciso dejar a Dios hacer lo suyo, y luego nosotros asumir la responsabilidad de formar y no permitir que los hermanos se queden en el sentimiento.
No hay que tener miedo a lo que es propio del ser humano ni tampoco a asumir el papel de acompañante, de guía para que lleguen a la edad adulta en la fe.

4. Psicologismo.

Disculparán el atrevimiento, pero me parece que hemos abusado en la confianza que hemos puesto en la psicología. No estoy de ninguna manera diciendo que no sirva, pero hay que reconocer que la psicología no puede resolver todo. Basta una conversación con alguien que haya o esté pasando por el proceso de discernimiento vocacional para notar lo que digo.
Si quitamos, por miedo, todo lo espíritual, y delegamos todo a la psicología ¿Qué queda? ¿Una invitación al o a la joven para que "viva la vida" a ver si de verdad no le gusta el mundo?
Pues entonces ¿Quién se hace religioso o sacerdote, alguien llamado por Cristo o un antisocial?

¿Dónde queda todo el atractivo de la renuncia al mundo por amor como respuesta de alguien que se sintió rescatado, perdonado y profundamente amado?

He llegado a esta conclusión después de haber leído un poco (Royo Marín, Tanquerey, Garrigou Lagrange, San Juan de la Cruz, Schrivers, entre otros) de Teología Mística y Ascética y notar el efecto que produce en mí: deseos de alcanzar la perfección en la práctica de las virtudes, deseos de estar ya con Dios, los santos y los angeles en el cielo. Deseos de hablar de esto a todos, deseos de que todos se salven, de regresar el tiempo y conocerle y servirle antes, etcétera... ¿Qué  ocurriría sí aprovecharamos estos conocimientos en el discernimiento vocacional y dejáramos la psicología a los psicólogos?


5. Inspirar.

En fin, creo que tenemos suficientes recursos didácticos, pedagógicos, psico y sociológicos, que pueden aún mejor, sin embargo el salto más grande será el de superar el miedo al error, dejar de condenar y perseguir y pasar a acompañar. Como me dijo una vez mi director espiritual: "haz lo que haría Jesucristo"
Y qué haría, pregunté.
- no quebró la vara que estaba torcida, no apagó la mecha que aún humeaba...(Mt 12,20) respondió.
- o sea que..., Pregunté.
- Al menos vienen, ten paciencia.

Nos toca servir, si no te decides, hazlo, pon tu confianza en Dios. Si ves que alguien está intentando ayúdale.
Si algo no te gusta corrige con caridad y paciencia. Si algo está mal: evangeliza. Acostumbremonos a sumar, a facilitar, a sonreír, a apoyar y dejemos de criticar, prohibir, perseguir y condenar, a menos claro, que haya desobediencia, resistencia a la formación, falta de humildad y docilidad, tampoco se trata de ser progresistas.

Repito, nada de lo anterior es con afán de crear controversia o discordia, lean bien y tomen lo bueno y desechen lo malo ( 1a Tes 5, 19-21 )

Dios te bendiga.


MEJORAM
20/05/19


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