CORRECCIÓN FRATERNA
No es día de confesiones, pero tengo que confesarles algo. Ustedes me ven muy tranquilo publicando siempre cosas de Dios. Pero hay algo que continuamente me atormenta interiormente y es precisamente el tema del Evangelio de hoy.
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Llevo muchos días, semanas e incluso meses pensando en si hago bien lo que hago, a saber, hablar de Dios. Pues aunque soy consciente de que, incluso lo mencioné en el escrito anterior, el Evangelio y por lo consiguiente el cristianismo, siempre han incomodado, no quita que me haga pensar el que a muchos no les caigo bien. Es verdad también que muchas veces he dicho que no fui llamado a caer bien sino a anunciar el Evangelio, eso tampoco quita que me pregunte si estoy haciendo las cosas bien.
Pienso en estas cosas porque, y he aquí la confesión, aunque ustedes no lo crean, hay personas a las que no me he atrevido a hablarles del Señor, porque no estoy dispuesto a caerles mal, y ni siquiera sé a qué se debe.
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De querer, quiero a todos, a todos trato de mirar como hermanos, futuros santos y muero de ganas de un día verles a todos en el cielo. Quizá inconscientemente percibo que hay personas que aunque se molesten, como masoquistas me siguen leyendo y está ahí la esperanza de que algún día haga efecto alguna cosa que diga.
Y cuando pienso lo primero que decía, de que no sé si hago bien lo que estoy haciendo, porque tampoco es que sea mi meta caerle mal a nadie, me doy cuenta, de que lo que la mayoría cree que tiene en mi contra es puro humo.
Recordaba con mi mamá una plática, o mejor dicho una llamada de un amigo, donde me decía que le llamara a equis persona para disculparme con ella, se tardó como una hora dándome sus razones y las razones comenzaban con alguna de estas tres expresiones: yo creo, yo pienso o yo siento. Cuando terminó de hablar tan solo le pregunté: "¿Te diste cuenta de que todo lo que dijiste fue: yo creo, yo siento o yo pienso? Y respondió que sí.
Entonces continúe diciendo: revisa toda la plática que tuvimos ayer y encontrarás que solamente di evidencias, estadísticas y en ningún momento expresé mi opinión.
Dijo: es cierto.
Mucha gente que no soporta lo que escribo, no puede notar siquiera que falta comprensión lectora, porque tampoco sabe la diferencia entre una opinión y una certeza basada en evidencias.
Quien me lee desde hace muchos años quizá ya habrá anotado que he reducido mis discusiones en redes sociales por lo menos un 99%, en parte porque me di cuenta de que la gente no tiene preparación para debatir, incluso ni siquiera tienen un buen concepto de debatir. Ni siquiera debaten por aprender sino solo por tener razón.
Pero ¿qué tiene que ver todo esto con el tema de la corrección fraterna? Pues casi nada, solamente que estamos en una época en la que "nadie se equivoca", solo estamos "equivocados" los cristianos. Una época en la que incluso si alguien se equivocara, se supone que nadie está autorizado a notarlo, porque nadie puede juzgar, hipocresía que he señalado numerosas veces, porque los ANTIcristianos sí que pueden juzgar, condenar y crucificarnos. Y esto representa un problema.
Dije que de querer, les quiero a todos, y deseo de corazón ver a todos en el cielo, lo cual obviamente implica que a mí me gustaría estar en el cielo no que esté seguro que estaré, pero aunque es mi deseo y muy fuerte que todos estuvieran en el cielo, es aún más fuerte el deseo de que mi familia terrena esté ahí. Solo que mi familia terrena, es parte de esta sociedad que no se equivoca y que no puede juzgar, con la misma hipocresía ya señalada, porque aunque es humo lo que tienen contra mí, ese humo es suficiente para juzgar y rechazar.
Me preocupo por todas las personas del mundo y de manera más especial por mi familia. Me preocupo por el mentiroso, por el adúltero, por el avaro, por el orgulloso, por todos , de mi familia o no, entre mis amigos o no y con casi ninguno podría practicar la corrección fraterna.
¿Cómo lo sé? Eso es una historia muy larga, solo diré que creo que muy pocas veces lo he intentado y aún sin intentarlo, solo porque mis escasas opiniones son impopulares y definitivamente políticamente incorrectas y a pesar de serlo, difícilmente encontrarán un insulto o una grosería y no digo que nunca las haya dicho, solo recalco que difícilmente las encontrarían, aún así, hay un rechazo. Por eso digo que lo único que tienen es humo y basta ese humo para que sea muy dificil entablar el diálogo.
Y como no tengo ninguna intención de discutir con nadie, aunque por tanto tiempo me hayan perseguido las discusiones, solo dejaré la imagen-mensaje que precede a este escrito.
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Nadie puede autoengañarse. Es necesario reconocer que la forma que vivimos está influenciada por un concepto hollywoodense o incluso caricaturizado de la Libertad, el Amor, los derechos y la felicidad. Si nuestras acciones, al final del día (final de nuestra vida) nos llevarán a la condenación eterna no son verdadera libertad, no es verdadero amor, no es verdadera felicidad y no existe el derecho a irse al infierno.
La vida es difícil, es verdad, hay sufrimiento causado por nosotros mismos y sufrimiento del que quizá somos inocentes, pero no es honesto callar que el sufrimiento en el infierno es mucho peor, es infinitamente peor y no sería honesto tampoco, omitir que el sufrimiento del purgatorio no es mejor que el del infierno excepto porque es temporal.
Y por mucho que los modernistas (herejía denunciada por San PÍO X) o los buenistas insistan con el tema de la (falsa) misericordia a Dios no se le puede engañar, es tan Justo como misericordioso, no es solo misericordia sino también justicia.
A lo mejor vale la pena recordar que libertad, verdad y bondad son tres amigas que siempre van de la mano, que los derechos están basados en valores objetivos, que los valores objetivos son aquellos que nos hacevn más y mejores personas y que lo que te hace más y mejor persona es ser santo.
Dios les bendiga.
MEJÓRAM
10/09/2023
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