¿Cómo hablar de Dios?
Éste muy bien podría ser el tema de un
libro, recuerdo que es una pregunta del Catecismo, no haré tal libro y tampoco
repetiré lo que dice el catecismo tal cual.
Te contaré de mi experiencia con las
personas.
He hecho muchas cosas, pero solo de una
tengo la certeza de hacer bien y no es porque crea que yo la hago, sino
precisamente porque sé que no soy yo el autor de los aciertos que he
presenciado.
Esta cosa de la que hablo, es precisamente
hablar de Dios. Cuando comencé este camino cometí varios errores que por
supuesto no voy a relatar aquí, pero sí admito que los cometí, también estoy
seguro que sigo cometiendo errores y de aquí se desprende el primer consejo:
Perder el miedo a equivocarse.
Comencé sin ninguna preparación, como
todos, pero con muchas ganas de aprender, compré muchísimos libros que me
llamaron la atención, entre libros de crecimiento en la Renovación Carismática,
libros de Teología (bastante elevados para aquel entonces) y muchas vidas de
santos.
Pero, para ser honesto, leía y leía y no
lograba “aprender”, cada vez eran más las dudas que tenía sobre muchas cosas.
En particular me preocupé por mucho tiempo de buscar algo “novedoso” qué decir.
Con el paso del tiempo descubrí que: No soy
doctor de la Iglesia y no iba a inventar el hilo negro y por otro lado, me
convencí de que precisamente así es como surgen algunas herejías.
La vida espiritual no se trata de inventar
nada, sino de amar a alguien.
Entonces como era de esperarse, fui
descubriendo la vital importancia de la oración. Sin oración nunca podrás
hablar bien de Dios.
Si te dedicas exclusivamente a estudiar y
leer muchos autores muy eruditos pero no haces oración o la haces así como de
pasadita, aun cuando tengas muchos contactos y tengas la oportunidad de pararte
en muchos escenarios y hablar con erudición no conseguirás que se convierta
nadie.
Hablarás con frialdad de un Dios a quien no
conoces. Criticarás a aquellos que sin ser tan estudiosos como tú, pasan largas
horas contemplando a su amado.
Conocí un sacerdote que en tono de burla
hizo el comentario de que si él fuera inventor, quitaría los ceniceros de los
automóviles y pondría una custodia para que en cada semáforo los enfermos de
“arrodillitis” pudiéramos adorar al Santísimo.
Es una pena, porque no notó que se puso en
evidencia, su comentario refleja una vida de oración muy pobre.
En el cielo, no haremos sino adorar al
Señor por toda la eternidad. También escuché otra persona, en el mismo lugar,
que considera que pensar que solo adoraremos al Señor resulta aburrido, pues
probablemente no tiene nada que hacer ahí. No es que quiera condenarle, pero si
no le parece que su vida vaya a ser contemplar al dador de la vida, sería
absurdo y hasta injusto forzarle a eso.
Pero ese es el lado “sad” (triste) de la
historia, metámonos de lleno a lo que nos atañe.
Considero que algo sumamente importante es
ser muy observador. Jesús lo era, por eso podía poner ejemplo de cosas que eran
cotidianas para la mayoría de los habitantes del pueblo. Observaba y conocía
muy bien de las plantas, de los viñadores, de pesca, de pastoreo, y hasta las
transacciones del mercado.
Hay que observar sin apresurarse, cómo
camina, habla, se expresa y mueve la gente, en especial la gente cercana, la
gente a la que pretendes hablar de Dios.
No todos tienen los mismos requerimientos,
unos necesitan orden, firmeza, otros necesitan ir muy despacio, unos están muy
felices y otros necesitan que se les inyecte esperanza.
Hay que hablarle a la gente de las cosas
que le interesan y cómo sus intereses se relacionan con el Evangelio y/o
viceversa, cómo el Evangelio se relaciona con sus vidas.
¿Por qué el Evangelio es Buena Noticia?
Resolver esta pregunta es vital para tener éxito en llamar la atención de las
personas y conseguir no solo que te escuchen sino que deseen iniciar una nueva
vida.
No estoy inventando nada, y tampoco estoy
oponiéndome a la enseñanza de la Iglesia respecto a que es Dios y únicamente
Dios quien puede conceder que alguien cambie radicalmente de vida e inicie su proceso
de conversión, pero si el mensaje no llega, no llega bien, no es atractivo
¿cómo se manifestará la gracia que seguramente Dios ha puesto?
En el mundo hay injusticias, desigualdad,
hambre, pobreza extrema, guerras, cómo es que el Evangelio es buena noticia,
resolver esto requiere mucha oración, cuando lo logres, serás un gran
predicador.
Hay personas que ponen su seguridad al
hablar de Dios, en pronunciar muchas palabras complejas, para dar la apariencia
de eruditos, pero aunque consiguen la atención de unos cuantos, casi podría
asegurar que ni esos han sacado provecho de la plática.
Hay quien pone su confianza en rebatir lo
que “siempre se ha creído” y también logran deslumbrar a dos que tres incautos,
lo interesante es que muchas veces no presentan las pruebas de la veracidad de
lo que dicen y muchas veces les faltó leer la contestación al único artículo
que leyeron que rebatía lo que siempre se ha creído. El público “novelero” es
el único que es atrapado por la “novedad”.
Otros necesitan gritar, llorar, y montar
una actuación para dar mucho énfasis a su urgente mensaje apocalíptico, pero
muchas veces cuando les conoces bien, todo era dinero, todo un negociazo bien
montado.
Aclaración: No digo que no se deba o que no
se pueda tocar el tema del dinero, todos lo necesitamos para sobrevivir (a
veces hasta eso me cuestiono), pero hay límites entre necesitar y que sea el
centro de todo, tu motor. También hay cierto fanatismo (¿o envidia? En torno al
tema del dinero y los apostolados.)
Hay quien pone los carismas como el centro
de toda su actividad, logrando captar la atención de muchísima gente que en vez
de buscar a Cristo anda en busca de espectáculo. Otra aclaración: De ninguna
manera estoy, no puedo estar, en contra de los carismas, pero creo que es
necesaria mucha formación al respecto, a todos los niveles.
Hay quien pone su confianza en hacer
chistecitos (no lo critico, de vez en vez es útil), otros en hablar con algún
“acento”; hay quien únicamente utiliza la denuncia, hay quien únicamente la adulación,
otros solo la apologética, etc.
Encontrarás además en este camino, todo
tipo de personas, las que se ofenden, las que se alegran, las que no entienden,
las que siempre tienen un consejo qué darte (aunque no se dedican para nada a
esto), las que creen que eres hipócrita, las que creen que eres un santo, las
que te envidian, las que te apoyan, las que creen que son mejores que tú, las
que te admiran, las que te juzgan, las que te defienden, las que exigen un
excelente testimonio (aunque no lo den y se justifiquen de no darlo), las que
te comprenden, las que todo es dinero, las que todo es martirio y sufrimiento,
las que solo oran, las que solo estudian, las que ningunas de las dos cosas,
las que viven en la iglesia (huyendo de casa), las que nunca van (huyendo del
compromiso), las que tienen una espiritualidad ordenada (muy pocas), las que
son fanáticas, las que son heréticas, las que tienen muchos años, las que todo
lo saben, las que no te dejan hablar, las que nunca participan, las que dicen
una cosa y hacen otra, las que tienen palabra (para bien o para mal), y un
sinfín de caracteres y temperamentos, pero de ninguna te valgas para evaluar tu
trabajo, que ninguna te desaliente y ninguna te ensoberbezca. Usa el examen de
consciencia, la dirección espiritual y ve los frutos.
Recalco, que únicamente menciono lo que he
visto, no es crítica, es lo que puedes encontrar si buscas predicadores. Pero
sí creo, que es necesario variar los estilos, utilizar diferentes recursos, y
que nada sustituye a la oración y a la experiencia.
Con experiencia quiero decir, el haber
experimentado muchos ratos de oración, muchos momentos de verdaderamente
relacionarnos con el Amado. La autoridad moral para decir lo que se dice
durante la predicación viene principalmente de la coherencia de vida más que de
elevar la voz, llorar, actuar, inclusive creo que es más convincente la palabra
de alguien que a todas luces vive como predica y que predica con el ejemplo que
inclusive los muchos títulos o cargos que se tengan.
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P. Raniero Cantalamessa, de la Orden de los Frailes Menores Capuchinos, es un excelente predicador católico. |
Habla de tus experiencias, no quiero decir
que te pongas a contar a todos tus sueños, revelaciones privadas o algo por el
estilo, sino de lo que sientes, de lo que Dios hace en tu vida, presenta a tus
interlocutores un Dios vivo. Un Dios que se ha metido en tu vida y la ha
transformado para siempre. Habla de cómo a raíz de tu Encuentro personal con el
Resucitado tu vida ya no es la misma. ¿Por qué es mejor tu vida ahora que
antes? ¿Cómo es eso de que Cristo es tu Salvador? Si te vas a emocionar, si vas
a llorar, que sea porque de verdad estás conmovido de esto Dios amor, que se ha
metido en la historia de la humanidad, y se mete en la historia de cada uno.
Por último déjame recomendarte estudiar,
conste que no estoy en contra, estudia mucho, todo el tiempo, todo lo que
puedas, hay suficientes temas para indagar, te pongo algunos ejemplos:
Antropología filosófica y teológica, Ascética y Mística, moral cristiana,
dogmática, sacramentos, liturgia, etc. Recomiendo estudiar y orar casi con la
misma intensidad y pasar mucho tiempo frente al Santísimo.
Soy MEJORAM, no te pierdas la próxima
semana: LAS DIFERENTES RELIGIONES
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MEJORAM
Predicador católico
03/09/17
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